Sistema previsional: Uno que garantice derechos a todas las mujeres

Sistema previsional: Uno que garantice derechos a todas las mujeres

24 Agosto 2020

Tenemos frente a nosotras la oportunidad de comenzar a reescribir la Historia. Una Constitución que sea el fruto de la democracia y con la mayor participación ciudadana posible, donde las mujeres sean escuchadas y tengan poder de decisión.

Michelle Partarrieu >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Invitado

Chile fue el primer país de América Latina que en 1981 realizó una reforma estructural al sistema previsional de tipo sustitutivo e inconsulto. Corrían los años de la dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet y una de las tantas medidas arbitrarias, fue la propuesta de José Piñera, donde se resguardó la previsión de las Fuerzas Armadas; quienes aún hoy cuentan con jubilaciones a cargo del Estado además de ser los únicos chilenos y chilenas con derecho a acceder a dos o más beneficios con recursos estatales, con platas de todos y todas. Juzgue usted.

El modelo público de reparto y beneficio (sistema antiguo), se cambió por un sistema único de capitalización en cuentas individuales (ahorro individual obligatorio), que estuvo centrado en los trabajadores formales y asalariados, pero que no contempló a quienes trabajan en el campo, pescadores artesanales, independientes y/o trabajadores/as informales; es decir, la gran mayoría de la fuerza laboral hoy en día.

Los cálculos le fallaron al señor Piñera ¡era que no! Y esto llevó a que en el 2008, se sumara el Sistema Solidario de Pensiones para cubrir a 1.800.000 chilenos y chilenas que hasta ese entonces sobrevivían con una pensión asistencial de $45.000 que además no llegaba a todos/as porque se entregaban con dineros acotados desde los municipios. Esta fue una, sino la única, de las reformas que trajo cierto alivio a adultos mayores que llegando a la vejez quedan en la más absoluta indefensión, pero no cambió la realidad mercantilista de lo que debe ser un sistema de seguridad social público garantizado por un Estado social de Derecho.

39 años más tarde, esta realidad previsional fue una de las detonantes del estallido social del 18 de octubre 2019 y la obligación de entregar el 10% de los ahorros previsionales en tiempos de pandemia, por supuesto no por iniciativa de la clase política, sino por presión ciudadana. Solo un dato, en la región de Los Lagos existen alrededor de 29.000 pensionados por AFP o Compañías de Seguros, de ellos 23.000 recibe un Aporte Previsional Solidario (son parte del Pilar Solidario), esto porque se les terminó su dinero o porque reciben una pensión que no supera los $417.000 pesos.

La realidad previsional para las mujeres en Chile, como en casi todo, es más desigual e injusta; a las diferencias de salarios entre hombres y mujeres, se suma la tabla de mortalidad que asegura que las mujeres vivimos hasta los 90 años y los hombres hasta los 85, lo que se traduce en una merma de nuestra jubilación, porque se calcula para ese periodo de vida.

Más triste aún es lo que nos sucede en caso de viudez; la pensión de sobrevivencia del cónyuge, se reduce a un 60%, pero no solo eso, sino que además se vulneran nuestros derechos como mujer cuando al cumplir los 65 años y contar con los requisitos para optar al Aporte Previsional Solidario en caso de haber cotizado en AFPs o Pensión Básica Solidaria cuando no hemos cotizado, se nos obliga a escoger un solo beneficio con recursos estatales, por ejemplo entre viudez o pilar solidario, pensión no contributiva de leyes reparatorias o pilar solidario, bono por hijo o APS y así sucesivamente, todo porque, salvo los uniformados que mantuvieron su sistema, no se puede tener dos beneficios estatales simultáneamente.

¿Rechazar para Reformar? Difícil, porque quienes sostienen aquello, son los mismos que fortalecieron a las AFPs con una constitución amarrada por Jaime Guzmán y no están dispuestos a cambiar lo que en 39 años ha sido un negocio más que lucrativo con los dineros de trabajadores y trabajadoras, bajo el silencio cómplice de una clase política que se ha acomodado a sus espacios de poder. La expropiación de renta que cada mes le hacen al trabajador o trabajadora; de impuestos progresivos, poco y nada ¡mire usted!

Maquillaje tras maquillaje no será suficiente. Si bien la pandemia frenó bruscamente las protestas, sus causas siguen incluso más presentes hoy que ayer. La crisis sanitaria ha dejado al desnudo que siguen siendo los más vulnerables los que están llevando el mayor sufrimiento y costo, entre ellos las mujeres.

Tenemos frente a nosotras la oportunidad de comenzar a reescribir la Historia, que garantice los derechos humanos de las mujeres. Una Constitución que sea el fruto de la democracia y con la mayor participación ciudadana posible, donde las mujeres -que hoy tienen una baja representación en el Congreso- sean escuchadas y tengan poder de decisión. Esta es la importancia de realizar el próximo 25 de octubre un Plebiscito seguro y ampliamente participativo.

Necesitamos garantizar el triunfo del Apruebo para avanzar hacia una Nueva Constitución, legítima y 100% construida en una Convención Constitucional, que incorpore derechos y garantice a las mujeres tratos dignos e igualitarios, en cuanto a su desempeño laboral como el acceso a un verdadero sistema previsional.

Contribuir a construir una sociedad más equitativa y justa, es el desafío político-social que debe ser prioridad, el que nos debe ocupar, generosa y decididamente, para sentir que somos parte de una estructura social que nos contiene y da oportunidades sin distingo alguno.