La “Mala Madre” y el cambio de Paradigma, por Lau Quintana

15 Julio 2014

¿Es muy egoísta cuando una mujer piensa en su futuro laboral por sobre su rol de madre?, los hombres lo hacen siempre y la mayoría de las veces por opción.

Corresponsal El... >
authenticated user Corresponsal

La historia es más o menos así: a los 19 años fui mamá por primera vez, en ese tiempo yo estudiaba la carrera de Derecho, aunque tenía la vaga idea de querer estudiar Periodismo. La cosa se complicó muchísimo por una enfermedad detectada a mi hijo mientras estaba en el útero. Nació, lo operaron y después de tres años de terror y de hospitales, finalmente y gracias a todas las fuerzas maravillosas del universo, se terminaron las operaciones y las estadías en la UTI y su salud se equiparó a la de un niño normal. Al nacer no pudimos tener el “apego”: no pude verlo, ni menos tomarlo en brazos hasta una semana después, donde entre cables y maquinas nos dimos el tan esperado abrazo.

Pasaron los años, mi relación con su padre terminó de manera amorosa al poco andar, aunque intentamos continuar en la senda de la amistad. Re hice mi vida, como dicen, y hace tres años contra la voluntad de mi hijo y su padre emigramos desde Temuco a Santiago. El progenitor se quedo en el sur y eso acentúo todo su cariño y sus ganas de estar juntos.

En marzo de este año me comunicaron la decisión: “Mamá, me quiero quedar en Temuco”. Al principio no lo entendí, caí en un estado de histeria y shock, del que debo reconocer aún no salgo. ¡Se fue mi hijo!, no podía creerlo. Soy una madre horrible, fue mi propia sentencia.

“Tú nunca estai”

Durante todos estos años me he visto envuelta en mucho trabajo, he descuidado la crianza de mis hijos -  lo reconozco sin orgullo - y he sido desde hace un par de años la única proveedora de mi hogar.

Eso tiene un precio. No se trata de elegir, aunque reconozco que ni aunque pudiese me quedaría en casa. ¿Es muy egoísta cuando una mujer piensa en su futuro laboral por sobre su rol de madre?, los hombres lo hacen siempre y la mayoría de las veces por opción.

El criar a mis hijos de manera igualitaria con sus padres me ha dado la libertad de poder desarrollar mi carrera, pero a la vez esta decisión -la que incluye el no amamantar- ha provocado que la “imagen materna” así como se conoce en la sociedad no se desarrollara de manera tan fuerte en ellos, por lo que la imagen del padre tiene la misma connotación emocional que la de la madre.

No estoy arrepentida, ni vengo acá a llorar mis penas. Es tan sólo un relato que refleja cómo han cambiado las familias y cómo la mujer -a pesar de la culpa, siempre presente- puede tomar decisiones más “egoístas”.

Eso se refleja en la frase de mi hijo cuando me comunicó la decisión de quedarse en el sur  “pero si tú nunca estai en la casa” (sic). Es verdad, no estoy mucho en casa y viajo a menudo.

¿Me siento arrepentida?, no.

¿Culpable?, mucho.

Después de 14 años de “criarlo”, puede ser justo que su padre enfrente su pre adolescencia, sobretodo si durante todos estos años ha estado tanto o más presente que yo.

Mi hijo menor tiene 7, “cuando sea grande, me voy a ir a vivir con mi papito” me cuenta, mientras me abraza y me dice “te quiero mamá”. Así será, creo. No se puede retener a la fuerza a un hijo, sobretodo si éste va camino a los 15 años.

Duele , pero creo que somos el resultado de las decisiones que tomamos para construir nuestro futuro, y el de nuestra familia, y aunque debo reconocer que hace 14 años  no tenía en cuenta los alcances de mi decisión de crianza , lo asumo y enfrento, aunque siempre con la pena de una madre que ve como su “niñito precioso” se va  a vivir a más de 900 kilómetros de casa.

* Laura Quintana es periodista de la Universidad de La Frontera. Actualmente forma parte de"Bravo/Quintana, Comunicación Estratégica". Es panelista colaboradora del programa #Vigilantesde La Red, y es experta en comunicación política.