En tránsito: La experiencia de ser extranjera

En tránsito: La experiencia de ser extranjera

04 Septiembre 2020

Hace más de 7 años que vivo en otro país. Un país no muy lejano pero lo suficiente como para entrar en un espacio de interrogantes. Este es un ejercicio divagante de aquella experiencia.

Carla Novak >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Invitado

Gente en tránsito. Gente esperando. Esperando a que algo ocurra, esperando a que no ocurra nada. Cuerpos en espacios de espera para transitar de un lado a otro. Estaciones de tren, paraderos de micro, la calle que abre tránsitos fugaces de gente que entra y sale de cuadro. Esto es parte de lo que muestra el documental Del Este de Chanta Akerman. Paisajes de la extinta Unión Soviética, disuelta hace unos pocos meses. Personas y espacios asimilando a duras penas el dejar de ser soviéticos. Transición.

Te puede interesar: ¿Cómo es posible?: Preguntas como resonancias en el año del desconcierto

Pienso en la Transición Chilena, aquél momento histórico que aún no sabemos si terminó porque nunca entendimos bien qué significaba, ¿transicionar a qué? ¿Es el estallido social un punto de inflexión que finaliza algo? Ficciono que las personas que aparecen en el documental se preguntan lo mismo, ¿a dónde estamos yendo? ¿Volveremos a ser simplemente rusos, polacos y alemanes? ¿Hemos quedado atrapadxs en un estado de suspensión? De pronto, se nos aparece un tiempo que se queda, dejando al descubierto un territorio impropio.

Estas figuras, nociones y preguntas, las pienso en paralelo a mi condición de extranjera. Cuando llegué a Buenos Aires hace 7 años y medio, no tenía idea lo que significaba un proceso de migración, no había pensado en que desde ese momento iba a ser migrante, extranjera, “la chilena”. Antes no lo era, ¿soy otra persona ahora? Pero más allá de los asuntos identitarios, me preocupa que mientras más años pasan, mi condición de extranjera se amplía a algo permanente. Ya no soy solamente extranjera en Argentina, sino también en Chile.

Comencé a pensarme en un “entre”, entre un país y otro como opuestos (el a veces ridículo ejercicio de oponer cosas). Pero me di cuenta que no pueden pensarse dos países como dos opuestos entre tantos países en el mundo, porqué tendrían que serlo. Entonces ubiqué a los dos países como un allá y un acá, esta sí era una oposición. Pero así como cuando caí en la cuenta de que acá “país trasandino” ya no significaba Argentina, sino Chile, vi lo móviles de las nociones acá y allá, son opuestos intercambiables. En donde el acá se le muestra al extranjero como un territorio ajeno y el allá, como un horizonte imaginario de un hogar al que nunca se vuelve/llega.

¿Cuándo unx termina de llegar a otro lado? ¿Llega realmente? De pronto la extranjeridad se me aparece como un estado de suspensión en donde todo puede llegar a ser/parecer impropio. ¿Cómo puede desplegarse una vida en esas condiciones? ¿Cuál es el territorio que puede habitar lx extranjerx? Aquí comienza a resonar a lo lejos la noción de cuerpo como territorio extendida en ambientes migrantes y feministas, un territorio a recuperar. La relación cuerpo-territorio se me aparece de tanto en tanto. Me gusta cuando se dice que el cuerpo hace territorio. En los usos, en los hábitos, en las relaciones que se entablan con otrxs humanxs, lxs animales, las cosas y los espacios. Pero entendiendo que siempre es un territorio provisorio, territorio constantemente desterritorializándose en tanto el cuerpo solo puede desplegarse y hacer hacia afuera. ¿Estamos acaso en condición de extranjeridad también para con el “propio” cuerpo? Si el cuerpo hace territorio, ¿volvemos siempre a los mismos lugares?

A veces me preguntan si quiero volver. ¿Se puede volver? ¿Me puedo des-extranjerizar? Me lo pregunto cada vez que estoy en las zonas de embarque a la espera de seguir siendo extranjera pero al otro lado, en ese allá que pronto será acá. Así como para lxs ex soviéticxs, pareciera haber una imposibilidad de volver a un estado previo (habría que preguntarse si es lo que se desea de todas formas). La cámara de Akerman hace travellings de la calle hacia la izquierda. Como a “contra pelo”, como rastreando a ver si aparece algo en lo que nos podamos reencontrar con aquello que alguna vez creímos ser.