El mucho hablar y gesticular delata nuestra personalidad

19 Febrero 2012

Este tipo de personalidad está marcada por su pasado. Su naturaleza egocéntrica cita una y otra vez el pasado en el presente y así le da vida nuevamente. A este tipo de personas les cuesta mucho perdonar.

Juan Lama Ortega >
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Entre otros rasgos generales que pueden encontrarse de modo especial entre los occidentales, son el hablar mucho y sin pensar, el gesticular mucho y el jugueteo de las manos con pequeños objetos.

Las personas que dicen muchas cosas superficiales son en muchos casos personas inseguras, inestables, que no saben vivir ni actuar correctamente. Su falta de concentración les produce inseguridad, que intentan esconder tras muchas palabras. Tales personas divididas interiormente son también trabajadores complicados. Aunque saben como llevar a cabo el trabajo, pocas veces lo hacen hasta el final. Si les es posible, reparten su trabajo cargándolos sobre los hombros de otras personas, y al hacerlo abundan en palabras y en mucha actividad física para, cuando apenas se han puesto manos a la obra, traspasar el trabajo a otros. Y en todo ello continúan poniendo a su persona en primer plano, arguyendo cuanto tienen que hacer ellas y dando instrucciones detalladas sobre cómo han de organizarse los otros con las tareas transferidas.

Este tipo de personalidad está marcada por su pasado. Su naturaleza egocéntrica cita una y otra vez el pasado en el presente y así le da vida nuevamente. A este tipo de personas les cuesta mucho perdonar. Lo que un día les hicieron o los que ellos creen que se les ha hecho, es decir, cosas pasadas que les molestaron, lo retienen muchas veces en su subconsciente durante años. En un momento dado lo reactivan y lo cuentan para implantar con ello sentimientos de culpabilidad en algún implicado, aunque al hacerlo se comporten aparentemente de forma leal y amigable.

Las cosas del pasado que se cuentan y refrescan nuevamente, vuelven a introducirse ahí de forma bastante más amplia, mediante estas acciones adicionales de los pensamientos. Dado que de esta manera el consciente y el subconsciente se llenan cada vez más con las mismas imágenes de contenidos, o parecida. Esto la hace, según sean las circunstancias, colérica y agresiva. La persona reacciona haciendo reproches a su entorno. Esto hace que este tipo de personas hablen cada vez más. El mucho hablar y gesticular caracteriza la mímica de la persona. Este tipo de personas tienen afán de dominio y en su forma de ser se engrandecen. Algo parecido ocurre también con la forma de su cuerpo.

El aspecto externo de una persona siempre expresa lo interno. Un cuerpo flaco indica un egocentrismo y ambición exagerados. Un cuerpo voluminoso revela gula y glotonería. Para una persona así raras veces hay algo suficientemente bueno. Se descuida y se abandona en todos los placeres sensuales que se les ofrecen, trátese de la gula, del alcoholismo o de la sensualidad exagerada.  Tanto el tipo delgado como el excesivamente grueso tienen en sí las tendencias para desviarse a los instintos pasionales que llevan hasta los excesos y actos de violencia.

Quien no se vence a sí mismo, tarde o temprano será vencido por aquello que ha introducido en su interior.

Del libro “Yo, yo, yo, la araña en la telaraña”.

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