¿Dónde encontramos la verdadera unión dual?

11 Febrero 2012
Aquel alma cuyo núcleo de ser late en el ritmo del infinito, pertenece en toda la eternidad a la gran familia espiritual, donde está la otra mitad, la eterna unión amante en Dios.
Juan Lama Ortega >
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La búsqueda de amor, acogimiento y hogar, tiene siempre un motivo profundo. Más en este mundo jamás te sentirás bien acogido, porque tú no eres de este mundo. No obstante millones de personas buscan el acogimiento en la pareja y en la familia y la mayoría cree que sentirse acogido en el matrimonio o en la familia es lo mismo que haber alcanzado un puerto seguro en el que es posible encontrar plenitud, hogar y acogimiento. La mayoría de las personas buscan en los demás aquello que ellos mismos no tienen. Proyectan todos sus deseos a unos cuantos aspectos que el otro parece poseer y creen que con esta persona que representa la imagen de sus deseos, podrían sentirse bien acogidos. La realidad es que el hombre sólo atrae lo que él mismo es y no lo que quiere tener, puesto que lo igual atrae siempre a lo igual. Si después de un tiempo el ser humano tiene que reconocer que con sus deseos y expectativas no se siente acogido por la otra persona, entonces se cansa de ella.

Sea como sea, muchas personas mayores están solas. La breve y aparente felicidad hace tiempo que se disolvió y del querer sentirse acogidos ya no se habla. De Vez en cuando los hijos visitan a la persona que ahora se ha hecho mayor, pero también ese tiempo está corriendo. En lugar de haber logrado sentirse acogido, se está expuesto al miedo y a la preocupación de cómo seguirá todo. De vez en cuando se sueña con el pasado, pero también esos recuerdos solo incitan a la amargura, uno se había imaginado esta vida como algo totalmente diferente. En lugar de sentirse pleno, sobreviene un gran vacío. A más tardar en la vejez se reconoce que el “sentirse en casa” era una ilusión, un engaño que deja con frecuencia un amargo sabor. Aunque el envejecer o estar solo no es una fatalidad.

Ninguna persona podrá decir: “yo he logrado sentirme acogido”. En este mundo nunca llegaremos a sentirnos acogidos. ¿Por qué no? Porque no somos de este mundo. Jesús nos advirtió diciéndonos: “El Reino de Dios está dentro de vosotros”.  Pero lo cierto es que muchas personas sienten añoranza, una especia de descontento que se va introduciendo poco a poco, es la búsqueda y la aspiración de algo que no podemos explicar, porque a lo que buscamos lo denominamos: hombre, mujer, riqueza, dinero, salud, bienes, lujo o muchas cosas más, pero en realidad esa búsqueda tiene un motivo mucho más profundo, pues buscamos el origen primario de nuestro corazón, nuestro hogar eterno, dicho de otra manera, buscamos la otra mitad de nuestra alma.

Aquel alma cuyo núcleo de ser late en el ritmo del infinito, pertenece en toda la eternidad a la gran familia espiritual, donde está la otra mitad, la eterna unión amante en Dios, la unión dual, donde están el amor eterno, la felicidad, el acogimiento y el hogar que son de eterna duración, donde están la seguridad y la libertad absolutas, la vida.

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