#27F :¿Reconstrucción de resiliencias o resistencias? El Movimiento de pobladores y su aceleración post terremoto

#27F :¿Reconstrucción de resiliencias o resistencias? El Movimiento de pobladores y su aceleración post terremoto

27 Febrero 2013
El período reciente desde el año 2010 hasta hoy en 2013 representa un punto de inflexión en la sociedad chilena. A tres años del terremoto algunas reflexiones. Por Claudio Pulgar, Arquitecto y Académico del Instituto de la Vivienda de la U. de Chile
Claudio Pulgar ... >
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El período reciente desde el año 2010 hasta hoy en 2013 representa un punto inflexión en la sociedad chilena (proceso que sigue en desarrollo), y por lo tanto en el actuar de los movimiento sociales, por 3 razones coyunturales centrales:

1. Cambio de gobierno de coalición de gobierno de la centroizquierda a la derecha. En enero de 2010 se realizó la segunda vuelta de la elección entre el candidato de la concertación (coalición que gobernó entre 1990 y 2012) Eduardo Frei y el candidato de la Derecha, el empresario Sebastían Piñera, quién resultó electo con el 51,61% de los votos. El cambio de mando se realizó en marzo de 2010, pocos días después del terremoto de febrero. La ceremonia fue interrumpida por una fuerte réplica, un segundo terremoto grado 7.2 richter y hasta una alerta de maremoto. Este movimiento telúrico anunciaría simbólicamente los años agitados que vendrían. Este cambio de gobierno está relacionado además a una crisis anterior de representación del duopolio político. Con el nuevo gobierno las políticas neoliberales se han mantenido, aunque hay intentos de una aceleración y profundización del “modelo”, por los mismos actores que lo fundaron en la décade de 1980.

2. Terremoto y maremoto del 27 de febrero de 2010. El segundo más fuerte en la historia del país, y el 6to más fuerte en la historia de humanidad, desde que se tiene registros. El más dañino en cuanto a daños en la historia del país. Por lo menos 1 millón de damnificados, y el 17% del PIB en daños. Un verdadero movimiento telúrico y social que puso a la vivienda, la ciudad y a los pobladores, pero sobretodo a la desigualdad y la vulnerabilidad del país en primer plano. Este punto está relacionado según nuestra hipótesis con la tercera razón.

3. La explosión durante 2011 (y que ha continuado durante 2012) del movimiento social más amplio y “significativo de los últimos 20 años”, después del movimiento de resistencia a la dictadura en la década de 1980. Se trata de un movimiento sobretodo estudiantil, pero paralelamente también ciudadano, ecologista, de las 3. minorías sexuales, mapuche, de las regiones (Magallanes, Aysén, Calama, Freirina), de los pobladores,  de los damnificados del terremoto de 2010, de los trabajadores, entre otros actores . Vinculado, según nuestra hipótesis a los 2 puntos anteriores y a las contradicciones estruturales del “modelo”. Algunos analistas recientemente han descrito al período que estamos estudiando como de “derrumbe del modelo”(Mayol, 2012) o como lo definen un grupo importante y connotado de historiadores sociales como una “revolución anti-neoliberal” (2011)1. Un punto importante es el desarrollo territorial que ha tenido el movimiento social, siendo clave la participación del movimiento pobladores. El lema de “No al lucro” instalado por el movimiento estudiantil cruza hoy a todos los movimientos. Hoy se habla de no al lucro con la vivienda, con la ciudad, con la salud, con los ríos, con el medioambiente, y en general con los derechos sociales.

Además de los 3 puntos coyunturales expuestos anteriormente y que afectan a la sociedad chilena toda, hay otros procesos de más larga data y estructurales que tienen que ver con la instalación de las políticas neoliberales en las década de los 80 (y su profundización hasta hoy), así como la instalación de un sistema político con una democracia de “baja intensidad”, y las consecuencias, traducidas en desigualdad y exclusión, a lo que agregaremos la variable de vulnerabilidad, sobretodo frente a los riesgos. Pondremos entonces nuestro foco de atención en el movimiento de pobladores que se ha desarrollado y acelarado desde 2010 hasta la fecha, para eso debiéramos especificar para el movimiento de pobladores otras 3 variables a considerar:

1. El proceso de recomposición del movimiento de pobladores y los movimientos ciudadanosy territoriales durante la última década, pero sobretodo después del terremoto de 2010.

2. La crisis del modelo de vivienda y ciudad neoliberal, reflejado en la creciente desigualdad, exclusión y vulnerabilidad. Acentuado por la crisis de la política de reconstrucción que ha replicado el mismo modelo subsidiario anterior. El déficit habitacional, así como la pobreza, han aumentado además por el terremoto.

3. El proceso de reconstrucción del terremoto de 2010 como una oportunidad, pero la discusión es para quién: ¿estrategia de shock para implementar nuevos procesos de acumulación por desposesión o resistencias y procesos emancipatorios desde los territorios?

¿Resiliencias o resistencias?

Este proceso social que hemos descrito, y sobretodo el movimiento de pobladores posterior al terremoto de 2010, lo podemos entender desde la relación dialéctica entre resiliencia y resistencia. El conflicto que analizamos no se trata de sólo las luchas “en” la ciudad, sino que se trata sobretodo de la lucha “por” la ciudad. Un conflicto entre diferentes actores que pretenden transformar o mantener las relaciones de poder en el sentido de la hegemonía en la producción de la ciudad, y por lo tanto en la reproducción y acumulación de capital en ella. Esto en el entendido de que la ciudad no es un espacio estático, sino en constante transformación y fluidez, un verdadero “movimiento” de diferentes fuerzas antagónicas unas, y colaboradoras otras, dependiendo del momento y de las condiciones. 

Entendemos el concepto de resiliencia, desde dos perspectivas como lo plantea García Acosta, la primera “entendida como la capacidad para cambiar o adaptarse para hacer frente de una mejor manera a lo desconocido”, y la segunda como la capacidad de adaptarse o cambiar,pero a “lo conocido y aceptado”, donde el riesgo y el desastre se entienden como parte del ambiente y se sabe convivir con ellos, tal como le récit de « Tren Tren et Kai Kai » presente en la cosmovisión del pueblo mapuche frente a los tsunamis. 

Por otro lado la resistencia, que a veces se la malentiende como un sinónimo de la resiliencia, la entendemos desde la perspectiva foucaultiana de las relaciones de poder, cuando afirma que “donde hay poder hay resistencia”. Desde esta aproximación constatamos la existencia de una “sociedad disciplinaria”, constituida por una red de dispositivos y aparatos que producen y regulan tanto costumbres como hábitos y prácticas sociales. En el caso de nuestro análisis, la sociedad disciplinaria la entenderemos desde la perspectiva de la sociedad y la ciudad neoliberal, y el proyecto político que tienen detrás, como explicamos en el capítulo anterior. Debemos comprender además como las resistencias se dan en el contexto de un concepto de poder entendido como una “red de relaciones”, más que un objeto. Esta red de relaciones ha sido sobretodo la coalición público-privada instalada desde 1975 con el ajuste estructural neoliberal.

Entonces, si confrontamos los conceptos de resiliencia y resistencia es sobre todo a partir de la acción de los actores sociales organizados, los movimientos de pobladores en nuestro caso. Desde la retórica oficial, tanto del gobierno como de los organismos internacionales como la ONU, se repite que los pobres deben ser “resilientes”, pero lo que constataremos con nuestro análisis es que más que de simples resiliencias, los procesos de acción colectiva se pueden entender como resistencias, en diferentes grados. Resistencias a un modelo ideológico, político, económico, social y cultural. Los movimientos de pobladores entonces, además de actuar de manera resiliente, al adaptarse a la situación post-desastres, que como dijimos antes, no se trataría de algo completamente desconocido, comienzan a producir “prácticas de resistencias”, que las relacionaremos con su papel en la “producción social del espacio”. Siguiendo a Foucault entenderemos que la resistencia no es reactiva ni negativa, sino que un proceso de creación y permanente transformación. Aunque entendemos también que si existe una “reacción” frente al desastre, más relacionada a lo que hemos entendido como resiliencia.

Para entender estas relaciones dialécticas entre resiliencia y resistencia en el territorio, es necesario identificar las prácticas de los actores. Específicamente en las prácticas de los actores sociales, y particularmente de un tipo de movimientos sociales urbanos conocidos en Chile como movimientos de pobladores. Es necesario analizar los discursos y las prácticas, tanto de los actores públicos como de los actores privados, especialmente en el análisis de la ciudad neoliberal, de las políticas urbanas y habitacionales, y en la política de reconstrucción posterior a 2010.

Como hemos dicho antes, los actores sociales territoriales y los movimientos de pobladores han tenido un nuevo protagonismo la última década en Chile. A pesar de este “renacimiento”, observamos que en una gran mayoría de los territorios no existían organizaciones lo suficientemente fuertes y masivas como para llegar a convertirse en actores preponderantes de los procesos de toma de decisiones o directamente de producción del espacio, con algunas excepciones destacables de experiencias previas, como en Peñalolén (MPL), en La Pintana (MPST), en la Comuna de Pedro Aguirre Cerda, Providencia-Recoleta (Ciudad Viva), entre otras.

El punto de inflexión de este proceso lo encontramos en el terremoto de 2010. Desde ese momento se comienzan a consolidar procesos territoriales que tenían antecedentes previos, y sobre todo se dan procesos complementarios a éstos: primero comienza una rápida y dinámica etapa de convergencia entre diferentes movimientos locales, y segundo nacen un sinnúmero de nuevos movimientos a nivel nacional como la Federación Nacional de Pobladores FENAPO y el Movimiento Nacional por la Reconstrucción Justa MNRJ.