Un santo y un terrorista… ¿Dos caras de una moneda?

Un santo y un terrorista… ¿Dos caras de una moneda?

06 Mayo 2011

Juan Pablo Segundo y Osama Bin Laden, puestos en un mismo camino de la existencia humana, pero con direcciones diametralmente opuestas en función de la vida o de la muerte.

Omar González H... >
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Justamente cuando el mundo es testigo y celebra la beatificación de un santo, pocas horas después,  este mismo mundo es testigo y celebra la muerte de un terrorista… ¡Qué extraña y divergente coincidencia!,  referida a tan diferentes vivencias de dos personalidades absolutamente disímiles.   


Se trata justamente de la eterna lucha entre el “Bien” y “El mal”, “La bondad y la Maldad”  en perpetua  estrecha y antagónica relación. Quizás no me equivoqué en decir que ambos conceptos que simbolizan dos mundos diferentes, dos realidades contrapuestas, dos ideas contrarias y repetidas una y mil veces desde los albores de la civilización,  por esas cosas raras del destino, se hacen presentes de manera casi simultanea en un convulsionado mundo de hoy.

La existencia de una tierra dividida en dos, la partición del universo, la creación o un cosmos en donde subsisten en forma permanente dos polos opuestos;  el Amor y el odio, lo positivo y lo negativo, la creación y la destrucción.


No obstante, pese a esta aparente y objetiva oposición, sin entrar en una mayor reflexión filosófica, al parecer existe igualmente la verdad relativa, he ahí que frente a la maldad demostrada por un sujeto calificado como “terrorista”  en la persona de un Osama Bin Laden,  igualmente se han podido manifestar opiniones contradictorias y divergentes, lo que hace que la Maldad demostrada por este enigmático y quizás maléfico personaje,  también sea relativa y por ende con ello también hayan habido personas que  defiendan  una postura distintas frente a una ideología terrorista, orientada en este caso hacia un polémico mal y afán de destrucción y muerte.


Sin entrar a discutir sobre la Maldad de Osama Bin Laden, no cabe duda que durante su existencia, este personaje simbolizo una imagen y  talvez la siga simbolizando para muchos, quizás personificando a Satanás en la encarnación del mal y del pecado, al menos así lo considera el mundo cristiano..   En tal sentido eso se hace ver en innumerables pasajes del Nuevo Testamento en que aparece el nombre de Satanás o del diablo, “símbolo maléfico” tendiente a hacer el mal.   


No obstante la maldad para mucho puede ser relativa, por cuanto lo que es malo para algunos, puede ser bueno para otros y viceversa, he ahí que después de su muerte, reitero… ¡crimen para algunos!, hayan habido tantas personas que celebraron y se felicitaron y otros tantos que lo lamentaron e inclusive jurando venganza.


Para los que creemos en Cristo, resulta extremadamente relevante los mensajes de amor, fe, esperanza y sobre todo “del perdón”, personificado en el Santo Padre Juan Pablo Segundo, recién beatificado, como viviente símbolo y espíritu del Bien.


En consecuencia, no cabe duda que este valor supremo del “amor” y “del Bien”, estarán siempre por sobre “el odio y la maldad”.


De lo anterior se desprende entonces, que todos los que nos reconocemos o consideramos cristianos debiéramos estar conscientes de que no nos puede ni debe producirnos “alegría y satisfacción” la muerte de un semejante, tenga las creencias o ideologías que tenga, haya hecho el daño que haya hecho, haya hecho el mal que haya hecho, puesto que diga lo que se diga, vale hacernos la pregunta…“la muerte del líder islamista ¿se ajusta o no se ajusta a derecho?”, ¿ A que tipo de derecho?, ¿Al derecho humano o al derecho divino?”.


“Solo Dios tiene el poder y la capacidad de decidir sobre la vida o la muerte”,  “dar la vida o quitarla no depende de la voluntad humana, sino de la suprema voluntad divina”.


En efecto, en la vida de los Santos, entre ella la del Santo Padre Juan Pablo Segundo hace trascendente la idea del bien por sobre el mal a través de Amor y el perdón, porque “Sólo en el amor está el secreto de la supervivencia, sólo el que sabe amar verdaderamente y plenamente es capaz de perdonar”.    El hombre ha nacido para ser feliz,  “Sólo el amor construye, el odio destruye”.   “Lo único que hace el odio es disgregar y desorganizar toda vida”.


En consecuencia la incuestionable preponderancia del bien por sobre el mal esta centrada en la espiritualidad, en el amor supremo,  en el amor fraterno,  llegando a una firme convicción de que el “mal no existe”, “la maldad solo es ausencia del bien”.


Y usted amigo lector, ¿Cuáles podrían ser sus reflexiones al respecto?


OMAR GONZALEZ HURTADO