Negacionismo y Democracia: Bases para un futuro común

Negacionismo y Democracia: Bases para un futuro común

17 Noviembre 2020

Para avanzar a una real transición democrática que resulte definitiva para la construcción de un futuro común, hay ciertos acuerdos a los que se debe llegar y que no resisten medias tintas.

Francisco Herrera >
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En la última semana fue tema el proyecto de Ley que prohíbe el negacionismo de los abusos y crímenes de la dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet. Finalmente, el Tribunal Constitucional vetó el proyecto por declararlo inconstitucional en forma y fondo. Sobre esto último, acogiendo el reclamo de Chile Vamos que ponía la atención en que el proyecto afectaba la libertad de expresión.

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Lo cierto es que a la Constitución de 1980 le queda poco tiempo en vigencia, por lo cual es probable que se vuelva a insistir ya sea en la redacción de la nueva Constitución o en instancias futuras, acerca de la sanción al negacionismo, razón por la cual se hace necesario entender a qué apunta esto. Lo primero que debe quedar claro, es que en ningún punto afecta la libertad de expresión, pues el negacionismo no se vincula a opiniones. El negacionismo, en palabras de Claudio Vercelli (historiador italiano vinculado a la temática), se entiende como una actitud pseudocientífica basada en la negación de la evidencia de los hechos históricos, reconocidos en tanto que tales por la comunidad científica y por la opinión pública, o bien de su relevancia en la formación de la conciencia cívica y de la ciudadanía moderna. Vale decir, son actitudes que atacan el sentido común, el relato histórico y la evidencia científica.

En el debate público aparecieron visiones como la de José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch, quien hacía un llamado a rechazar este proyecto de ley, justamente amparado en la visión de que esto atentaba contra la libertad de expresión, pero no sólo se quedaba en eso, sino que hacía el llamado de atención a que esto terminaba dando más tribuna a estas ideas. Mientras que Rainer Huhle, politólogo del Centro de Derechos Humanos de Núremberg defendía la idea, poniendo el foco en que el proyecto de ley pone el énfasis en las sanciones, siempre y cuando “estos actos de negación perturben el orden público o bien impidan, obstruyan o restrinjan de forma ilegítima el ejercicio de un derecho por parte del o los ofendidos”.

Y es justamente sobre este punto en donde cobra relevancia la propuesta de sancionar el negacionismo. El proceso de transición a la democracia vivenciado en Chile estuvo en exceso ajustado por el dictador saliente, lo que contravino el natural proceso político esperado. Estudios acerca de las transiciones democráticas post -dictaduras, apuntan a que el principal paso de este proceso es un cambio constitucional, el que en Chile recién se presentó como posibilidad 30 años después. Por tanto, se configura una realidad social contenida en base a acuerdos que aseguraban ciertos privilegios políticos, económicos y sociales a los criminales de la dictadura, lo que fue asentando un discurso que a medida avanzan los años se cae cada vez más. Para avanzar a una real transición democrática que resulte definitiva para la construcción de un futuro común, hay ciertos acuerdos a los que se debe llegar y que no resisten medias tintas.

Pinochet fue un dictador, no un salvador. Se han dado a conocer varios documentos en donde se evidencia el proceso de desestabilización político propuesto por Estados Unidos para derrocar a Allende. De ahí en más, no existieron procesos de resistencia armada como lo justificaba la junta militar días después de perpetrado el golpe por medio de la invención del “Plan Z”. Se debe avanzar hacia el entendimiento histórico de los procesos y la significancia que tienen para la nueva configuración que la ciudadanía está demandando. No se puede seguir construyendo futuro desde la defensa de un dictador ni de sus políticas argumentadas en una realidad falsa, mucho menos continuar con discursos de odio o falsas analogías políticas de lo que significa la participación política para instalar un paternalismo absurdo de ciertos partidos políticos.

Relevante también es prestar atención a la difusión de información falsa, propiciada actualmente por el constante avance del internet y la tecnología informática, considerada la nueva plataforma del negacionismo, donde resulta para gran parte de la población, muy confuso poder discriminar entre lo verdadero y falso, como así también ser un espacio propicio para la generación de falsas realidades. Un ejemplo sencillo: en todas las encuestas de internet ganaba la opción rechazo a una nueva Constitución.

La construcción política futura necesita de la discusión en torno a ideas y proyecciones, lamentablemente para algunos, algunas posturas necesariamente deben quedar fuera, sobre todo las que son incapaces de asumir la realidad desde la cual pretenden generar un espacio de representación.

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