Frente Amplio y Nuevo Trato

22 Marzo 2021
Chile está en una profunda crisis social y política y por tanto se requiere un Gobierno fuerte que una a las mayorías para realizar los cambios que nos permitan superarla cuanto antes.
José Sanfuentes >
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Está claro que la oposición tiene cuesta arriba derrotar a la derecha en la próxima elección presidencial. Se advirtió en todos los tonos que el festival divisionista iba a darle a la derecha una holgada sobrerrepresentación en la Convención Constituyente, pero los actuales dirigentes de todo el arco opositor hicieron oídos sordos. En la presidencial la oposición se encamina al mismo despeñadero. L@s cinco candidat@s opositores, cuyos partidos gobernaron juntos en la Nueva Mayoría y hoy están en coaliciones adversarias, no “prenden” y no han logrado concitar la unidad social y política de pueblo para cambiar Chile, unos porque no están comprometidos con cambios reales y otros, cuyo sectarismo hace inviable su capacidad de gobernar.

No es menor la tarea que enfrenta el próximo Gobierno. La pandemia ha multiplicado la pobreza proletaria y también aumentado la precariedad de amplias capas medias. Se ha destruido o debilitado una parte significativa de las bases productivas, especialmente las pymes lo que, sumado al cuadro de estallido social previo a la peste, advierte una explosiva situación en los próximos años. Chile está en una profunda crisis social y política y por tanto se requiere un fuerte Gobierno que una a las mayorías para realizar los cambios que nos permitan superarla cuanto antes.

La derecha no ofrece ninguna posibilidad de gobernabilidad, lo sabe. Los dos gobiernos de Sebastián Piñera no han podido cumplir su programa y sólo se han dedicado a contener crisis sucesivas. De salir Lavín u otro presidenciable de Chile Vamos, al mes siguiente estarían todas las plazas tomadas junto a otros recintos simbólicos. Desde sus poderes fácticos emerge la duda si parapetarse tras un militarismo estilo JAK o promover otra vez una Concertación con un Aylwin que contenga las expectativas. Los tímidos intentos renovadores de los Ossandón o De la Maza, los Desbordes o Bellolio, han sido finalmente cooptados por la máquina de los poderes fácticos. 

El caso del Frente Amplio es de antología. Luego de -recién constituido- obtener un sorpresivo 22,5% de la confianza ciudadana, decidió acoplarse a las viejas formaciones políticas y se dividió arrastrado por la división de la Nueva Mayoría. El 11 de abril obtendrá menos constituyentes que los que pudo obtener unido en una lista propia, su división sólo habrá servido para maquillar las apariencias de la vieja política. Ha surgido la candidatura de Gabriel Boric, y ello es una esperanza, particularmente en tanto el Frente Amplio supere su falta de oficio político y sus continuos alardes basados en “ocurrencias”. Por su parte, el Nuevo Trato ha tenido una expectante aparición en la escena, pero puede pasar a la irrelevancia cooptado por las fauces concertacionistas, de no mediar tome iniciativas audaces levantando propuestas transformadoras y candidatos a la Presidencia y el parlamento, que tensionen a la centroizquierda. Ambos sacarán lecciones luego del 11 de abril.

La vida política siempre tiene paradojas y podemos estar en presencia de una muy significativa. Frente Amplio y Nuevo Trato comparten una visión programática común, el Programa de Beatriz Sánchez, plenamente vigente, actualización mediante considerando la pospandemia. Comparten también un camino inicial recorrido, forjado en amistad cívica, en audacia política y en irreverencia ante los poderes tradicionales.  Esa experiencia compartida les permitiría remecer el estanco cuadro político y, aun respetando sus actuales alineaciones, coordinar esfuerzos por concitar la unidad de la oposición, aquella que Radomiro Tomic llamó la unidad social y política del pueblo para transformar Chile.