¿Cómo es posible?: Preguntas como resonancias en el año del desconcierto

¿Cómo es posible?: Preguntas como resonancias en el año del desconcierto

11 Agosto 2020

El 2020 no deja de posicionarse como un año definitivamente inolvidable. Mientras el bicho anda desatado en las calles, observamos desde nuestras casas diversos hechos que nos producen tristeza, rabia o temor. ¿Nos interpelan estos hechos?

Carla Novak >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Invitado

Mientras vemos cada vez más lejana la posibilidad de retomar nuestras vidas pre pandémicas, me atrevo a decir que sin lugar a dudas el 2020 ha sido el año en donde las consecuencias de la modernidad y el capitalismo nos han explotado en la cara. Siento que ya hemos vivido 3 vidas seguidas y eso que recién estamos a mitad de año. Como telón de fondo, el Covid-19 (no me importa que la RAE diga que es LA Covid-19, no me importa nada de lo que diga una institución colonialista). Lo pienso como telón de fondo porque todos los días nos vemos sorprendidxs por diversos hechos que nos llenan de temor, terror, tristeza, confusión, rabia y desconcierto, y hacen que la pandemia pase a ser algo secundario, al menos a ratos. Y aunque me siento frente al abismo mudo e indiferente, la ingenuidad de mi desconcierto no deja de gritar preguntas que solo reciben su propio eco. Escribiré acá estas preguntas. Preguntas que no me hago solo yo porque son más colectivas que propias.

¿Cómo es posible que un grupo de individuos se organice con armas para violentar a comunidades mapuche en Wallmapu, amparados por las fuerzas policiales? ¿Cómo es posible que, en un Estado que se dice democrático, un fascista llegue a ser Ministro del Interior? ¿Qué sucedió realmente con Iris Rosales Quiñilén y Rosa Quintana Rosales? ¿Por qué siguen primando los intereses empresariales por sobre la vida, cuando ya estamos viviendo las consecuencias de un planeta sobreexplotado? ¿Cómo Chile llegó a ser el país con más contagios de Covid-19 por millón de habitantes? ¿Por qué aún no se conocen los responsables ni se ha hecho justicia por la violación y el lesbicidio de Anna Cook? ¿Cómo es posible que la defensa de Martín Pradenas pueda proferir esos argumentos tan estereotipados, que atentan contra la dignidad de Antonia, y que puedan ser aceptados como válidos? ¿Cómo es posible que Hugo Bustamante quede en libertad condicional habiendo degollado a una mujer y estrangulado a un niño de 9 años? ¿Cómo es posible que la policía bonaerense cometa desapariciones forzadas, como la de Facundo Astudillo Castro? ¿Qué pasó en Beirut? ¿Por qué los policías responsables de crímenes contra afroamericanxs en Estados Unidos, no están presos? ¿Quedarán impunes los crímenes cometidos por el estado chileno durante la represión a lxs manifestantes durante el estallido social?

Y podría seguir y seguir con preguntas. Lo importante es recalcar que este tipo de hechos vienen sucediendo hace tiempo. En tiempos de sensibilidad amplificada nos parece que lo terrible nos estuviera aconteciendo todo junto en este año. Pero no es el 2020, como que un año pudiera tener algún tipo de responsabilidad misteriosa, sino que es una acumulación de consecuencias de la acción humana que opera bajo lógicas de dominación y violencia, hacia otrxs humanxs, hacia otras formas de vida, hacia la diferencia, hacia otros tipos de vida no-humana. Son siglos de este tipo de hechos, que suceden en todo el mundo.

Entiendo que la causa de la pandemia es la deforestación y la industria cárnica, al provocar que los animales vivan hacinados, haciendo proliferar enfermedades (recomiendo investigar sobre cómo se producen las zoonosis para dejarnos de teorías conspirativas con respecto a la pandemia). Entiendo que los Estados modernos se constituyen sobre el ideal del sujeto varón, blanco, heterosexual, propietario y burgués (un Estado patriarcal), y que todo lo que no se ajuste a eso, debe ser categorizado, rechazado, silenciado, estigmatizado y aniquilado. Entiendo, también, que estos Estados articulan el sistema judicial y las fuerzas policiales y militares bajo este ideal. Así la justicia está ahí para unos pocos y las policías reprimen las demandas sociales y se permiten desaparecer personas. Entiendo que este ideal se imprime fuertemente en fenómenos como el racismo y el clasismo, que tanto atraviesan a nuestros pueblos latinoamericanos. Y más aún, privilegia algunas vidas por sobre otras. Entiendo que la globalización fue un proyecto fracasado y absurdo, porque en su afán de totalizar a la humanidad, invisibilizó la diversidad de los modos de vida y de paso arrasó con el planeta al verlo con un recurso inagotable y siempre disponible para producir lo “necesario” para sostener este modo de vivir capitalista.

Entiendo todo eso y creo que mucha gente más, aunque a veces temo que estas reflexiones solo circulen en el reducido mundo de mis vínculos más próximos. Puedo comprender cómo y por qué se produce todo el horror que estamos viendo desde nuestras casas (o dentro de ellas también) y aun así, ¿por qué siento que las preguntas que mencioné anteriormente no se responden? No dejo de preguntarme “¿cómo es posible?” como una reacción impulsiva frente al horror, frente al odio y la injusticia. Esa “¿cómo es posible?” es el motor que puede mover nuestra acción, no deberíamos dejar que se agote en los derroteros de la costumbre. Y aunque estemos ya cansadxs para enfrentar la segunda mitad de este atribulado 2020, veo con tímida esperanza cómo las resistencias no dejan de proliferar organizándose, denunciando y exigiendo, entendiendo que lo que nos espera a la vuelta de la esquina, no está sentenciado aún.