La última semana algunos hechos en torno a la Convención Constitucional, han remarcado y evidenciado el temor general que se tenía acerca del rol que podían jugar los partidos políticos en este proceso. Su desconexión vuelve a ser tema que genera desconfianza y se ve cada vez más lejana la opción de que las demandas sociales, efectivamente se vean expresadas en la redacción de una nueva Constitución.

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En primer lugar, la derecha no dejó espacio a especulaciones y pactó junto al partido Republicano, una lista única de constituyentes. ¿Qué opción de cambio puede representar este partido, constante defensor de la Constitución dictatorial? Ninguno. Aparecen sólo para intentar salvaguardar sus privilegios. Lo más “cómico” es que la derecha condenaba los hechos extremistas de los simpatizantes ultrones de Trump en Estados Unidos, mientras pactaban con la versión chilena de aquella visión política, o acaso ¿nos olvidamos que Kast es un ferviente promotor de las figuras de Trump y Bolsonaro?

Adicionalmente a esto, dentro de la lista de candidatos se coló Teresa Marinovic, quien constantemente se posicionó contraria al plebiscito, suele hacer comentarios del orden más cercano al fascismo de lo que se ha podido escuchar en la opinión pública y es reconocida por argumentar constantemente desde la posverdad. Mención similar para Marcela Cubillos, quien constantemente manifestó su opción por no cambiar la Constitución.

Pero un punto aparte y que ahonda aún más la crisis en torno a las esperanzas puestas en la redacción de una nueva Constitución, es que apareciera Gonzalo Blumel como candidato. ¿De verdad el ex Ministro del Interior es incapaz de cuestionar el hecho de que el encargado de la represión de la protesta social, pueda tener un cupo en un proceso en el cual tendría responsabilidad política en muertes, mutilaciones y prisiones injustificadas? Sinceramente, no me cuaja. Parece ser que lo ocurrido desde octubre de 2019 a la fecha, no terminó por modificar el pensamiento de la clase política.

Finalmente, tenemos la desilusión constante y acostumbrada de la oposición. Sin un acuerdo transversal que permita efectivamente materializar una oposición a las ideas neoliberales que configuran el país, tampoco fueron capaces de defender y manifestar un espacio real de inclusión a la participación de independientes, enfocando la pelea en los nombres y no en las ideas ni sus representaciones. Simplemente cabe recordar el hecho de que, una vez ganado el plebiscito, no hubo un interés por conversar los temas que se deberían levantar para la redacción de una nueva Constitución, sino que simplemente y sin más, inició la danza de nombres y mesías que venían (en voluntad propia) a representar los nuevos caminos que Chile necesita. Nombres por sobre ideas una vez más. Punto aparte la bajeza del PPD de bajar dos candidatas feministas a constituyentes para poner a los de siempre.

Esperemos que los electos puedan enrielar este camino que hoy parece perdido, estableciendo esos caminos comunes de un nuevo Chile, ese que, desde la calle y la organización social, aunó a gran parte del país en una sola idea, cambiar la Constitución.

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