Columna de Opinión: 2011, El año del Terremoto Social en Chile

Columna de Opinión: 2011, El año del Terremoto Social en Chile

11 Julio 2011

A diferencia de las réplicas del terremoto del año pasado que fueron disminuyendo gradualmente casi hasta desaparecer, una serie de temblores sociales ha sacudido Chile durante el 2011 y parece ser que sus réplicas van día a día aumentando en intensidad.

Claudio Salamanca >
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Las movilizaciones estudiantiles que vienen a sumarse a la serie de manifestaciones ciudadanas ocurridas durante el 2011 parecen, a diferencia del terremoto del año pasado, ir aumentando en intensidad y en número réplica tras réplica. Para algunos pareciera ser el resultado de una serie de casualidades que se han ido produciendo independientemente una de otra, es decir, que el epicentro es diferente para cada demanda, ¿Pero que sucedería si intentamos establecer un epicentro único mediante un análisis "sismo-sociológico"? La coordenada exacta es, quizás, difícil de encontrar. Sin embargo la serie de temblores sociales que han sacudido al país no se condicen con ese Chile que mira al futuro creciendo a un 6%, por el contrario se relacionan con Hidroaysén, con el caso Kodama, con la Polar, con la Educación Superior, con la desigualdad y un largo etcétera. Algunos han insistido en ver cada uno de estos temblores con un epicentro distinto, pero quiéranlo o no, ese descontento confluye finalmente contra el actual sistema económico y político que rige en Chile.

La miopía de la clase política en general no les ha permitido adelantarse a los cambos que exige la sociedad actual. Se habían acostumbrado durante años a que los problemas del país los decidían, establecían, discutían y solucionaban ellos mismos. Algo así como una eterna pelea de perros y gatos, en donde los ratones (que son la mayoría) no estaban invitados. Claramente los actores políticos hoy en día están ensimismados tratando de encontrar una respuesta. Pareciera ser que el orden impuesto durante más 20 años de un sistema pseudo democrático ya no está dando resultado. Basta echar un vistazo a las últimas encuestas en donde ambos conglomerados políticos obtienen sendos rechazos de la ciudadanía superiores al 60%. Si a ello le sumamos que en el proceso eleccionario seguimos teniendo dos opciones, nuestro actual sistema político se resume bajo el concepto del "peor es na' "

Las continuas protestas estudiantiles vienen a reforzar aún más estos hechos. Sin embargo los medios de comunicación y en especial el gobierno de turno se han encargado de desprestigiar el movimiento catalogando las demandas como infundadas, ideologizadas, intransigentes, violentas y que representan a una minoría de la población.

Este análisis tan superfluo de la situación actual es facilmente refutable debido a: 

 

1.- El gobierno habla de que el movimiento estudiantil representa a una minoría y que además no incluye a los estudiantes de las universidades privadas. Sin embargo vale la pena preguntarse qué tan democráticos son los espacios que tienen los estudiantes dentro de estas instituciones para manifestarse y por qué la mayoría de ellos ni siquiera tienen derecho a una organización de representación estudiantil. Esto, de todas maneras, no ha impedido que poco a poco los estudiantes de las universidades privadas se hayan ido sumando a las movilizaciones, por lo que está resultando habitual verlos manifestarse también en las calles.

Siguiendo con el análisis de las minorías, y haciendo una comparación entre los votos obtenidos en las últimas elecciones por el actual Presidente versus el total de inscritos y no inscritos mayores de 18 años, obtenemos que estos votos representan menos del 32% del total de personas aptas para sufragar, ¡Una democrática minoría dirán algunos!. Por el contrario el respaldo ciudadano al movimiento estudiantil supera el 80%, mientras los porcentajes de aprobación de los partidos políticos, el presidente, el gobierno y la mayoría de sus ministros siguen a la baja. ¿De qué minoría estamos hablando?

2.- Las autoridades deslegitiman el movimiento otorgándole siempre un primer plano a los actos de violencia y bien saben de esto los medios de comunicación que siguen la misma "absurda" línea. Generalizan la violencia de esos pocos en desmedro de los miles de jóvenes que marcha tras marcha han llenado las calles de creatividad y entusiasmo, que le han entregado a las calles del país la ventilación necesaria para remover el polvo de la inercia y la indiferencia que se había depositado con los años sobre nuestra sociedad. Los políticos tratan de desviar la atención, ya que finalmente ellos no le temen a los violentistas, sino más bien le temen a un movimiento transversal e informado que se les ha escapado de las manos con demandas que ningún sector político ha sido capaz de canalizar.

 

3.- Hablan de intransigencia, cuando finalmente son ellos mismos los que no quieren dar el brazo a torcer. En un comienzo actuaron bajándole el perfil al movimiento estudiantil (pasó igual con la Revolución Pingüina), pero al final de cuentas tuvieron que aceptar lo que antes desmentían. A través de la "intransigencia" de los estudiantes es que finalmente el tema de la Educación nuevamente entró al debate nacional y es debido a esa misma intransigencia que el movimiento no pretende detenerse hasta lograr cambios de fondo en el actual sistema y no la serie de soluciones parches que ha ofrecido el gobierno durante el ultimo discurso presidencial (parches similares se entregaron para poner fin a la Revolución Pingüina y volvimos a los pocos años a lo mismo otra vez).

 

4.- Cuando los estudiantes hablan de educación de calidad, gratuita y sin fines de lucro para todos, los tildan de ideologizados y de responder a fines partidistas. Esta última afirmación resulta ridícula si analizamos el porcentaje de jóvenes que se siente representado por algún partido político, más bien esta frase parece representar la mentalidad de algunos "fósiles políticos" que aún tienen pesadillas con las tendencias extremistas propias del periodo de la Guerra Fría (quizás la comparación resulte un poco exagerada pero basta echarle un vistazo a las esquizofrénicas columnas escritas en algunos medios de circulación nacional para darse cuenta que no está muy alejada de la realidad). Los jóvenes no se están moviendo por ideologías sino más bien por ideales y valores. Las ideologías son las que nos han impuesto a través del neoliberalismo imperante, en donde cualquier cosa existente es transable como bien de mercado e incluso si no existiera como tal, puede ser transada mediante la especulación. La educación es vista hoy en día con esos mismos ojos, un bien de mercado, transable, especulable, altamente rentable (aunque algunos insisten en que arriesgan su patrimonio al invertir en educación, los números claramente dicen lo contrario). La educación tiene que ver con los sueños de miles de jóvenes, pero hoy en día le han puesto precio a la cabeza de cada estudiante no como un bien social, sino como una mercancía que puede ser vendida entre diferentes dueños obteniendo con ello jugosos dividendos. ¡Esto es ideología pura! Se pide fin al lucro y como respuesta se propone legalizarlo (esto también es intransigencia, punto 3) haciendo vista gorda de quienes hipócritamente han violado la ley durante todos estos años.

En un país como Chile, en donde la plata no sobra, la desigualdad social es extrema, donde los aranceles que se pagan son de los más caros del mundo y las familias deben costear gran parte de esos aranceles sacrificando su bajo presupuesto familiar u optando por el endeudamiento, es francamente inaceptable que se permita el desvío de fondos de educación para llenar el bolsillos de unos pocos, muy por el contrario es en absoluto necesario que cada peso se vuelta a invertir en educación. Con educación de calidad se mejora la desigualdad, el desarrollo, la salud, la delincuencia, entre tantas otras falencias que como país tenemos. Recursos siempre faltarán y nunca sobrarán. Esto no es ideología, es razonamiento.

¿Dónde están hoy en día los Andrés Bello, Edmundo Larenas, Enrique Molina o el Dr. Virginio Gómez? En nuestra sociedad actual parecen extintos, pero ellos son el fiel reflejo de que no es necesario lucrar para generar un proyecto educativo de calidad.

 

5.- Cada vez que las demandas estudiantiles han tocado la puerta del gobierno de turno, la respuesta en general es la misma: no existen los recursos monetarios suficientes y el Estado no tiene las competencias para poder regular la fundación, funcionamiento, calidad y cantidad de universidades. ¿Pero qué pasa en el Chile de los 15.000 dólares per cápita? ¡Los recursos están! ¿Dónde se preguntarán? Uno de los medios para obtener recursos es una reforma tributaria (muy necesaria por cierto). Pero los estudiantes dieron un paso más allá y sacaron a la luz pública otro tema tabú en Chile: "la Renacionalización del Cobre". Y es que el precio del cobre hoy más que nunca está por las nubes y el dinero que el país regala día a día a empresas transnacionales que explotan este recurso natural no renovable alcanza cifras exorbitantes. A cambio el Estado mendiga un royalty que a todas luces es un chiste de mal gusto. Basta un poco de cordura para darse cuenta que el aporte que realizan estas empresas es insignificante en comparación a las retribuciones que obtienen, por un recurso que ellas “no crean” sino que “extraen” y que en algún momento se va a acabar.

Para que el Estado tenga un rol protagónico en el proceso educativo es necesario que se amplíen sus competencias, las cuales hoy de encuentran reducidas por ley. Por lo tanto resulta fácil de entender que se necesitan reformas constitucionales para generar cambios reales, sino seguimos con la  tendencia de las soluciones parches. Es aquí donde se refuta la teoría de muchos que dicen que el actual gobierno tuvo la mala suerte de encontrarse con el conflicto estudiantil sin tener mayor culpa en el asunto, sin embargo el escenario actual no es más que un colapso de un sistema impuesto con la Constitución del 1980 y durante la posterior reforma universitaria de 1981, en donde varios integrantes del actual gobierno fueron promotores y gestores directos de dichas iniciativas. Peor aún varios personeros de gobierno utilizaron a beneficio propio la legislación vigente para fundar Universidades y obtener utilidades mediante diversos subterfugios con los cuales han violado el propósito de la ley y además han engañado a la ciudadanía. He ahí la intransigencia de algunos de no querer reformular el sistema (punto 3 nuevamente)

La naturaleza sísmica de Chile ha provocado, con el pasar de los años, que la gente reaccione cada vez con más indiferencia frente a cada nueva réplica. Son sólo los terremotos de gran escala los capaces de provocar una reacción real de la ciudadanía. Es de esperar que los sismos ciudadanos que vienen sacudiendo Chile no disminuyan su intensidad y porque no, que produzcan el terremoto necesario que permita refundar este sistema desde sus cimientos.