Museos chilenos no aportan lo esperado en materia de patrimonio, cultura y educación

29 Mayo 2016

Ad portas del Día del Patrimonio Cultural, especialista de la Universidad del Pacífico plantea una dura crítica al funcionamiento de los museos nacionales.

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La celebración del Día del Patrimonio Cultural busca sensibilizar a los ciudadanos acerca  de la importancia de su patrimonio conformado por millones de bienes muebles e inmuebles, testimonios de las manifestaciones tangibles e intangibles del hombre a través de la historia. “Esta riqueza encarna uno de los mayores desafíos como sociedad para integrarlos a su forma de vida cotidiana. Sin esa memoria no es posible vislumbrar un futuro con identidad, por lo que el concepto de conservación representa una urgente toma de conciencia nacional”, comenta Santiago Aránguiz, museógrafo y Decano de la Facultad de Diseño de la Universidad del Pacífico.

“Y si hablamos de patrimonio, Patrimonio y Museos conforman una unidad indisoluble, tal como ocurre al hablar de Cultura y Educación. No es posible pensar su acción sin la debida unidad o mínima coordinación”, resalta Aránguiz.

Así llegamos al apasionante mundo de los museos, constituidos por los objetos de sus colecciones, a tal grado que podemos identificar a muchos ellos por la notoriedad que alcanzan sus ejemplares: La Mona Lisa es la imagen del Museo del Louvre, la Ronda Nocturna de Rembrandt identifica al Rijksmuseum de Amsterdam, del mismo modo que Las Meninas de Velásquez es sinónimo del Museo del Prado y El David de Miguel Ángel la imagen de La Academia de Florencia.

¿Y los museos chilenos? “En nuestro país creemos que la Ballena representa al Museo Nacional de Historia Natural, las pinturas de San Francisco al museo del mismo nombre y El Ángel Caído de Rebeca Matte a nuestro Museo Nacional de Bellas Artes. Sin duda, en América y muchos países del mundo se ha seguido el método de análisis y concepción de los museos europeos, obligándonos a ver lo nuestro con los mismos ojos de ellos. Tal vez esto ha sido una clave para hacer de los museos un espacio de atracción por conocer lo bello, lo curioso, lo magistral, insólito o lo inesperado o espectacular”, plantea Aránguiz.

Pero, ¿qué le hace falta a Chile para estar a la altura de los museos internacionales? “El desafío de nuestros museos es atraer a sus visitantes con inteligencia y creatividad, con nuevas propuestas museográficas para provocar el cambio de conducta de la sociedad ante su rico patrimonio. Y el desafío del Estado es otorgar definitivamente los medios, políticas y financiamiento de estas instituciones, que junto a los cambios en la educación posibiliten una reforma de real significado”, señala el museógrafo.

En ese sentido, Aránguiz recuerda el importante rol que cumplen estos organismos y que justifican verdaderamente su razón de existir. “Los museos dan cuenta de un hecho significativo: ser como espejos de la sociedad, permitiendo a los hombres mirarse así mismos con ojos críticos y, por consecuencia, estimular el ritmo de la evolución social. Se trata de un fenómeno comunicacional complejo, pero fascinante por el grado de interpretación que conlleva”, indica.

Y es que prácticamente no hay materia que se escape al objetivo de su existir. “La naturaleza, el arte, la historia, la prehistoria, las creaciones humanas, la ciencia y la tecnología, las guerras, los descubrimientos, el amor, el horror, lo insólito y todo cuanto imaginemos se convierte en colecciones y en un museo”, enumera.

Evaluando la situación actual en el país, el Decano de Diseño de la Universidad del Pacífico enfatiza que no es posible comparar nuestros museos con otros de naciones desarrolladas. “Si bien es cierto que podemos aplaudir a algunos de nuestros museos por su labor en diversas materias, como conservación de sus colecciones, aceptable museografía y funcionamiento, la gran mayoría carece de una estructura organizacional adecuada a los propósitos de la cultura, más allá de las finalidades primitivas de almacenar, presentar y aumentar sus colecciones”, sentencia.

Y ello, porque “los museos deben asumir el rol de ser intérpretes de sus propias colecciones de cara a los visitantes, quienes deben enriquecerse de respuestas y no de preguntas; de esta forma queda de manifiesto si se cumplen o no las funciones básicas de su quehacer”, agrega el especialista.

Para provocar un cambio, Santiago Aránguiz declara que hace falta un compromiso a nivel país y de cada uno de los chilenos. “Todos conocemos las limitaciones con que deben desarrollar su tarea los museos pertenecientes al Estado, al igual que las colecciones  privadas. Ello, sumado a la ausencia de políticas en la materia, hacen de los museos chilenos organismos que no pueden aportar lo esperado en materia de patrimonio, cultura y educación. Se debe entender que los museos son de todos y su financiamiento es posible gracias al aporte de todos los chilenos, lo que obliga a dar respuestas claras acerca de su gestión”, sentencia.

Una realidad que debe ser atendida en forma urgente

Para Santiago Aránguiz, las funciones básicas que debe desarrollar un museo, tal como las definen los organismos internacionales en la materia, son el rescate,  conservación,  investigación, documentación y extensión de sus colecciones. “Cualquiera de estas funciones que no se cumpla, impide que el discurso museológico haga crecer a quienes son los usuarios. Dicho de otra manera, impide mejorar el nivel cultural de las personas”, precisa.

Basado en estas premisas, el académico plantea que nuestra realidad debe ser atendida en forma urgente. “Nada con mayor prioridad que incorporar en las nuevas reformas de educación y creación del nuevo Ministerio de Cultura las vitales funciones de los museos, sus estructuras y financiamiento. No es posible pensar en una reforma educacional sin la participación activa y coordinada de los organismos de la cultura, llámense museos, bibliotecas, archivos y  centros culturales”, indica.

Del mismo modo, señala que se hace imprescindible dotarlos de personal capacitado y especializado para cumplir estas funciones. “Cientos de entrevistas a las autoridades que dirigen los museos y publicaciones en los medios, dan cuenta de los esfuerzos y lentos avances, junto a las limitaciones a que se ven expuestos por falta de políticas y apoyo financiero”, resalta el especialista.

Por otra parte, Aránguiz recuerda que hoy existen millones de objetos depositados en nuestros museos que esperan un lugar digno y un mejor ámbito para su conservación y estudio. “El estado en que se conservan las más importantes colecciones depositadas en nuestros museos fue denunciado en la investigación realizada por profesionales especialistas de la DIBAM en el año 1984 con la colaboración de todos los museos del país. ‘Museos de Chile, Diagnóstico’ dio cuenta de cada uno de las funciones de estos servicios, quedando en evidencia la precariedad del estado general de nuestras colecciones museológicas. Hemos avanzado con demasiada lentitud en atender el déficit registrado”, critica el museógrafo.

Finalmente, Aránguiz señala que la protección del patrimonio cultural debemos entenderla como una obligación que debe ser estructurada y planificada en un marco de gran complejidad, especialmente aceptando las particulares características generales de nuestro país. “Sismos, inundaciones, volcanes, incendios, maremotos, robos, obras públicas, son efectos inmediatos y catastróficos increíblemente frecuentes en nuestro país. Si a estos impactos le agregamos la humedad relativa, las sales, la polución, el polvo, microorganismos e insectos, como efectos lentos y acumulativos, nos damos cuenta de la razón por la cual el patrimonio se destruye y se pierde… No obstante, no hay mayor peligro para el patrimonio que la acción humana y los errores en la gestión del patrimonio”, concluye el Decano de la Escuela de Diseño de la Universidad del Pacífico.