La Penélope de la Plaza: El inexorable paso del tiempo

La Penélope de la Plaza: El inexorable paso del tiempo

25 Septiembre 2020

Éramos niños y jugábamos en todas partes sin mucha supervisión de nadie. Así nos fuimos fijando en la señora del paradero. Viene todos los días. Se levanta con una sonrisa en la cara cada vez que llega una micro, mientras afirma con fuerza su cartera.

Maria Soledad C... >
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Le llamamos Penélope, por la canción de Serrat que suena a cada rato en la radio. Ella viene todos los días al paradero de la Plaza Egaña, desde la mañana hasta el atardecer.

Éramos niños y jugábamos en todas partes sin mucha supervisión de nadie. Así nos fuimos fijando en la señora del paradero. Viene todos los días. Se levanta con una sonrisa en la cara cada vez que llega una micro, mientras afirma con fuerza su cartera. Su cara se pone seria porque nunca llega quien ella espera.

Vuelve entonces a sentarse en el paradero hasta que el milagro sucede otra vez y su cara se ilumina como un rayo de sol. Nosotros, los niños del barrio no la molestamos, no nos burlamos de ella, no cuchicheamos a sus espaldas, hay algo que nos hace callar, algo que nos hace entender la letra de la canción.

Penélope espera a su amor. No entendemos mucho del amor aún, parece que hace feliz, aunque también parece que hace infeliz.

Un día decidimos seguirla, agazapados, escondidos de árbol en árbol, en la oscuridad del anochecer. Entró a una casa grande con perros y un jardín descuidado. El nombre de la calle es Estrella Solitaria.

Crecimos, nos fuimos a estudiar a otras ciudades, Penélope seguía ahí. Tal vez aún esté detrás de esos frágiles muros de tablas que cubren la plaza. Mientras es remodelada una vez más, quizás ella esté aún esperando a su amor.