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Apoyo en red: La importancia de la colaboración en tiempos de crisis

10 Septiembre 2020

Conocer la realidad de otres, acaeció un proceso de autoconocimiento que evidenció nuestros puntos en común; nos (re)encontramos en las ollas comunes, aportando en las rifas, difundiendo las colectas, consumiendo los productos y accediendo a los servicios de emprendimientos locales.

María José Espinoza >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Invitado

Mi generación fue instruida en la competencia entre pares, en el discurso de la superación, donde te señalaban que “tenías que ser algo mejor que tu mamá o papá”. Esta se medía en función de unos logros estándar, esperables de acuerdo con la norma del bloque hegemónico, la lista versaba: carrera profesional, familia –matrimonio– hijes, el sueño de la casa propia con antejardín lo suficientemente grande para el árbol y por supuesto, un auto. Después, los aires progresistas fueron cambiando aquel proyecto, quitándole valor a lo material, pero enfatizando, por ejemplo, las especializaciones profesionales: diplomados, postítulos y posgrados se constituyeron como las nuevas “casas”, “autos” e “hijes”. Y olvídate de una “carrera alternativa” como las artes o cualquier otro oficio, ni siquiera se consideraban.

En esa realidad vivíamos cuando se sacudió la sociedad con una revuelta que nos volcó a las calles y comenzamos a mirar a nuestro alrededor, evidenciando que había muchas más cuestiones que nos unían que las que nos separaban. La competencia se mostró como superflua ante las profundas desigualdades que atraviesan nuestra sociedad. Las organizaciones ciudadanas empezaron a surgir y aquellas de ya larga data se reforzaron; comenzamos a revalorizar los emprendimientos locales, admiramos la autogestión y colaboramos desde nuestras posibilidades. Las mujeres, nuevamente, inundamos las calles y alzamos la voz para reclamar la soberanía sobre nuestras cuerpas. Sin saberlo, aquello fue la antesala de lo que nos llegó a golpear en marzo: confinamiento y distanciamiento físico por pandemia.

La crisis no tardó en agudizarse ante una sociedad fracturada por la desigualdad y la injusticia. Lo que habíamos salido a vociferar en las calles, tarde a tarde, colonizando nuestros espacios lo tendríamos que vivir a puertas cerradas, pero con mayores exigencias para quienes pasamos a la modalidad de teletrabajo y con una creciente tasa de desempleo por aquellas funciones imposibles de desarrollar a distancia.

Entonces, al conocer la realidad de otres, acaeció un proceso de autoconocimiento que evidenció nuestros puntos en común; nos (re)encontramos en las ollas comunes, aportando en las rifas, difundiendo las colectas, consumiendo los productos y accediendo a los servicios de emprendimientos locales autogestionados. Poco a poco se fue gestando y acrecentando el deseo de “pertenencia” a una causa, lo que llevó a la constitución de asambleas ciudadanas, colectivas y agrupaciones autoconvocadas: al fin, equipos.

Un equipo tradicionalmente se entiende como un grupo razonablemente pequeño, unido, estable, de personas que son interdependientes para lograr un resultado compartido. Su éxito en la gestión que lleven a cabo se basará en la “práctica” que les permitirá la estabilidad de su conformación. Pero en este contexto de distanciamiento físico y virtualización de la vida, la capacidad para trabajar en equipo, colaborativamente, y conformar una red de apoyo requiere diversos tipos de conocimientos y experiencias en momentos diferentes, sin roles fijos ni productos predeterminados; cada persona integrante deberá hacer cosas que nunca ha hecho antes, cuestión que no se puede hacer con un equipo estable: tenemos por delante un trabajo complejo e impredecible, que cambia su objetivo día a día y no podemos enfrentarlo en soledad, debemos invitar a más gente.

Todo a lo que tengamos que sobreponernos no será resuelto por individuos, sean estos personajes o figuras públicas de gran trayectoria, compañías o sectores políticos. Se requiere de grandes grupos de trabajo, equipos a gran escala liderados por personas que poseen lo que la académica estadounidense Amy Edmondson llama “humildad situacional”, cualidad referida a la valoración del aporte de cada persona que contribuye al logro de un(os) objetivo(s) común (comunes).

Considerando que colaborar o cooperar es una oportunidad de aprendizaje, además, tenemos la oportunidad de superar un desafío humano básico: “es difícil aprender si ya sabes”. Pero nos ha quedado bastante claro que no sabemos nada o, por lo menos, no sabemos nada de lo que pasará, pues con suerte tenemos la libertad para gobernar nuestras propias acciones. Y aludo a la suerte, porque con toque de queda y la militarización de las calles nuestro derecho a la libertad está siendo coartado.

La conformación de redes, el establecimiento de alianzas, la capitalización de la diversidad para transformarla en oportunidad, en una ventaja más que en una dificultad, nos ha llevado a confluir, interactuar para conformar equipos de trabajo versátiles con un liderazgo participativo en pos de objetivos conjuntos. Tratamos de dejar atrás los problemas sobrevenidos de la “crisis de civilización”, denominación de Amorós (1985); ante tanta destrucción –de la naturaleza– y opresión –a las mujeres– instaladas, los cuestionamientos a nuestro accionar en el mundo se materializó en iniciativas de trabajo colaborativo: ollas comunes, rifas, bingos, etc., todas acciones que hace un tiempo ya fueron incluso objeto de burla por parte de representantes de gobierno.

Hoy los grupos sociales históricamente victimizados, oprimidos por el capitalismo y sus coloniales materializaciones han intensificado la voluntad de transformación social. Estamos gestando una nueva razón en este espacio-tiempo, entre barricadas, protestas –reales o virtuales–, acciones de autoformación una larga lista de iniciativas comunitarias.

Cada vez tenemos más claro que debemos dejar de competir para poner nuestras competencias al servicio de las comunidades. Miren a su derecha, miren a su izquierda ¿cuán rápido puedes conocer las habilidades y destrezas de quienes te rodean? ¿cuán rápido puedes mostrarles las tuyas? ¿cuán rápido podemos construir apoyo en red?

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