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5 confesiones de una mamá que volvió al trabajo

25 Agosto 2015

Somos muchas las mamás que después de nuestro descanso post natal debemos volver a la realidad. Esta es mi experiencia y mi realidad.

Maria de los An... >
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La vuelta al trabajo no ha sido TAN terrible como yo me lo esperaba, incluso en mi trabajo se lo han tomado con andina que hayan días en que no sean los mejores.

Me compre ropa nueva, dejé mi ropa de mi mamá para la caridad, me di un poco de crédito antes de retomar mis actividades para por lo menos entrar con más ánimo.

No les puedo decir que lo paso mal, pero la balanza siempre se inclina para otro lado.

Tengo 5 confesiones de esta vuelta al trabajo que me gustaría contarte:

1. Levantarse en la mañana es pesado, si, más pesado que antes: Mi cuerpo pesa mucho más, en especial considerando todo lo que camino, que debo despertarme antes para arreglar a Sofía, preparar desayunos y luego preparar a Olivia e intentar salir a las 8 de la mañana de la casa para no atrasarme. Si antes era peor, cuando tenía que salir a las 7 para llegar a la hora al jardín de Sofía.

2. El primer día tenía la guata apretada y lo único que quería era irme a la casa a buscar a Olivia: mi madre tuvo la buena onda de poder apañarme con Olivia ya que me quedé sin cupo para el jardín, entonces ese día fue raro, porque sabía que estaba en las mejores manos y en las que más confío pero a su vez ella me necesitaba. Ese además fue el primer día de colegio donde Sofía se fue a la casa de mi madre en furgón escolar. Ella estaba entre feliz, triste y todo, porque su mamá ya no la iría a buscar. Gracias a Dios todo salió más o menos bien.

3. Sacarse leche en la pega es todo un trabajo mental:Si, cuando eres una vaca lechera como yo no es tan difícil. Pero igual te cuestionas encerrarte en un baño 15 minutos y sentirte relajada pensando en que tu bebé te está mamando y no ese aparatito. Sacarse leche es todo un trabajo mental para decirle a tu cuerpo que puedes y debes producir para que tu bebé, al día siguiente, se alimente. Acá en mi trabajo tengo refrigerador, entonces, después estar 15 minutos vaciándome un seno y luego el otro para completar los 180 ml por pasada (me saco dos veces), llevo mi bolsito negro al refri.

Ocupo 30 minutos de mi jornada laboral para poder darle “alimento” a mi hija.

Pero hay días en que mi mente está tan colapsada o estresada en las cosas que tengo que hacer que es MUY complejo. Hay días en que cuesta mucho parar la mente y comenzar a pensar en tus hijas, en el amor que les sientes, para que tu cabeza libere la hormona que provoca la bajada de la leche. Cuático, ¿no?

4. Hay días en que te cuestionas si las decisiones que tomaste son las correctas, tanto para ti, para tus hijas, para tu familia y para tu pareja: Obvio, hay días en que tu mente no está aquí, está en tu casa, con las niñas, con tu pareja (Feña trabaja por turnos y simplemente hay días que no nos vemos). Hay días en que de verdad no quieres estar haciendo que quizás te gusta (a mi me gusta trabajar aquí y ser Community Manager) pero la balanza y mi corazón se inclina hacia un lado. Hay días en que siento el pecho oprimido y siento que les estoy haciendo un daño aunque trato de convencerme que por ahora no debo cuestionarme esto.

No, no me digas “renuncia y quédate en la casa”, porque opción, por ahora no es. Para eso, por lo menos debemos tener ordenadas las deudas, haber pagado las cosas que tenemos que pagar, y asegurarnos de vivir con un solo sueldo. Que no siempre es posible.

5. Las tardes-noches y las oncescomidas son el punto de encuentro, pero también de estrés: Si, hay un momento del día en que es más que complejo convivir en familia. Porque ese momento todos estamos cansados, las niñas quieren estar conmigo y con el papá al mismo tiempo, pero también hay que dejar las cosas hechas para el día siguiente (porque si te atrasas hoy, mañana son más minutos que se le suman al reloj).

Muchas veces solo quiero estar sentada porque estoy aún descontaminándome de las cosas que pasan en la oficina, pero también las niñas quieren estar encima mio. Quizás en el bus tuvimos un inconveniente y me dejó saturada y llego con ganas de solo tirar la esponja.

Así es la vida de las mamás que trabajamos. No puedo decir nada de Feña, él es un 7, pero vivimos según sus turnos. Hay semanas que simplemente no nos vemos, otras que estamos en el mismo horario y él se encarga de las retoñas. Entonces hay que adaptarse a lo que venga.

¿La verdad? Sólo me quejo cuando me siento mal, cuando mi cabeza se llena de cuestionamientos. Pero el resto de los días ando bien. Me gusta ser profesional, me gusta trabajar y también ser mamá.

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Original del Blog Mamma Don´t Preach

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