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El hombre es un ser marcado en su vida terrenal

01 Septiembre 2012
El mundo estelar no es sólo la contabilidad de Dios para los mundos de la Caída, sino también el ojo de Dios; pues los astros persiguen con precisión cada transcurso individual sobre la materia.
Juan Lama Ortega >
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El hombre es un ser marcado mientras viva en la ley de siembra y cosecha y con ello un ser programado. Puesto que cada uno es el dibujo de su sentir, pensar, querer y hacer, también los cromosomas del hombre, es decir las aptitudes genéticas, están correspondientemente marcadas. Esta impregnación es la herencia física del hombre, que se halla en sus genes. Cada hombre se encuentra de nuevo en sus genes y en el cosmos, así cada uno de nosotros es su propio registro y su propio dibujante y por tanto un ser marcado.

Cada hombre y cada alma pueden compararse también con un planeta. Ambos trazan sus órbitas, tanto el hombre como el alma conforme a las características de su ser y cualidades. Con la muerte física el alma deja atrás su envoltura, el cuerpo físico, pues éste no tiene vida eterna. Por el contrario el alma posee la vida eterna, ella no puede apagarse y no puede descomponerse, tampoco la sustancia espiritual en el interior de los astros materiales, a la que podemos llamar su alma. Solamente se apaga y descompone lo denso de la materia. Ella será transformada en las “tumbas del universo”. Igualmente el cuerpo humano se convierte en los elementos de los que estaba formado.

Tras la muerte el alma emprende su viaje a reinos de vida más elevados o permanece en la rueda de la reencarnación, en la alternancia del entrar en la carne y salir de ella, hasta que haya superado en su mayor parte sus cargas, sus pecados. Este ir y venir se repite tanto tiempo hasta que no es posible más una encarnación.

Al alma en los ámbitos del más allá y al alma en el hombre le llega sólo lo que ha introducido en el computador causal en una existencia anterior. Si un alma va nuevamente a la encarnación, se forma otra vez un nuevo cuerpo físico. De igual modo a como se desarrolla el embrión en el cuerpo de la madre, se introduce también el registro de este cuerpo en formación en el sistema-computador material.

Los reinos de la naturaleza con sus especies de vegetales y animales están sujetos al mismo principio que los hombres: morir y volver a ser. Y hagámonos conscientes: todos los procesos, tanto los del hombre y del alma, como también los de los reinos de la naturaleza y minerales, son registrados en el cosmos.

El mundo estelar no es sólo la contabilidad de Dios para los mundos de la Caída, sino también el ojo de Dios; pues los astros persiguen con precisión cada transcurso individual sobre la materia.

El ojo del universo, que son los planetas de los mundos de la Caída, observa y registra el más pequeño movimiento en la Tierra y sobre la Tierra y también en los reinos de las almas. Si mueren muchas especies de animales y plantas, cuyo potencial espiritual como animal o planta no entra más en escena sobre la Tierra, el potencial de irradiación de aquellos astros en los que estuvieron registrados estas especies de animales o plantas y que fueron acogidos por los agujeros negros, consiguen también la sucesiva asimilación al eterno SER. Lo que significa que en el cosmos queda registrado cada cambio, y lo que está registrado tiene de nuevo la correspondiente irradiación de vuelta. A raíz de ello todo está en comunicación con todo. Cada piedra que es aplastada, molida o llevada a otro lugar para darle un uso determinado, cada movimiento y proceso es registrado en los macrocosmos materiales.

Podemos estar seguros de que Dios y Su gran contabilidad cósmica registrada en el poderoso computador cósmico, son exactos y justos. Nada se pierde y todo está registrado. A través del principio de emitir y recibir y a través del registro y de la irradiación de vuelta está garantizada una comunicación absoluta y con ello una contabilidad absoluta. Esta poderosa red de gravitación, igual a red de comunicación, puede ser comprendida por nosotros los hombres sólo parcialmente.

De la publicación: “SU OJO. La Contabilidad de Dios”

www.editorialvidauniversal.com

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