El hombre, el hambre y unas cuantas monedas

09 Febrero 2011
Como en nombre de la mitigación del hambre y la pobreza en el mundo, unos pocos monopolizan y lucran con la necesidad básica de alimentación.Por Veronica Grunewald
Veronica Grunewald >
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La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, conocida por sus siglas FAO, anunció hace sólo unos días que la producción de algunos cultivos en el mundo no será suficiente para enfrentar la evolución permanente de los precios de la mayoría de los productos agrícolas. La FAO señala que la disminución de la proyección de las cosechas de granos en los principales países productores afectará el equilibrio entre la oferta y la demanda, indicando además como otro factor importante la vulnerabilidad de la moneda norteamericana, divisa que sustenta mundialmente los precios del comercio mundial.
Por lo tanto, se estima que los consumidores deberán pagar precios más altos por alimentos como cereales, por ejemplo, cuya producción mundial debería aumentar para satisfacer la demanda en los mercados internacionales.
Por su parte, el G-20 anunció que trabaja en busca de las medidas que permitan bajar los precios de los alimentos Ante esta señal, varios gobiernos estudian el cierre de las exportaciones e incentivos a las importaciones para garantizar su seguridad alimentaria. Países como Rusia y Corea del Sur han tomado ya medida de protección, mientras India y Japón mantienen vigilancia para tomar medidas inmediatas, en caso de ser necesario.
Mientras, la amenaza de la inflación ronda en países como Brasil, China e India, se alza la paradoja de encontrarnos frente a países con alza sostenida en la superficie cultivada de semillas genéticamente modificadas. La industria de la biotecnología ha fortalecido sus objetivos prometiendo “duplicar la producción alimentaria” reduciendo la utilización de recursos, como agua y combustibles fósiles aliviando de esta manera, la pobreza, el hambre y la desnutrición. Con esta misión, en 1996 la superficie de cultivos de semillas genéticamente modificadas alcanzaba las 1,7 millones de hectáreas. Hoy, 14 años después, estos cultivos alcanzan los 134 millones de hectáreas, distribuidas principalmente en Estados Unidos (64 millones de hás), Brasil (21,4 millones de hás), Argentina (21,3 millones de hás) e India (8,4 millones de hás). Se suman China, Paraguay, Sudáfrica, España, Portugal, Rumania, Polonia y República Checa, entre otros. Los productores de semillas genéticamente modificadas esperan alcanzar hacia el 2015 una superficie cultivada de 200 millones de hectáreas.
En Europa países como Inglaterra, Francia, Noruega, Austria o Alemania, mantienen prohibición o fuertes restricciones para el cultivo de estos organismos. En tanto, en Chile, la superficie cultivada alcanzó en 2002 las 11.268 hectáreas mientras que en 2009 se duplicó llegando a las 24.768 hectáreas. La mayor producción está representada por cebada, maíz, soya y raps principalmente. Sin embargo, toda la producción, su presencia en alimentos o la comercialización, carecen de marco jurídico.
Lo cierto es que en estos casi 15 años de uso de la biotecnología, no ha disminuido ni el hambre ni la pobreza, los países que desarrollan este tipo de cultivos no se han transformado en los sostenedores de la alimentación mundial ni son más ricos o poderosos (Argentina, Brasil o Paraguay en el caso de América Latina). Los únicos que han visto aumentar sus ganancias son Monsanto (108% en primer trimestre de 2008), Du Pont y Syngenta, las compañías dedicadas a la producción de estas semillas.
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-metiendoruido.com