Seguramente usted no me creería que Pelé, si el mismo que todos conocen, jugó en el estadio El Morro, junto a toda esa artillería llamada Santos en 1961.
Las historias que tiene Naval o Deportes Talcahuano, como se llamó cuando estuvo en tercera, son únicas y representan parte del empuje guerrero que tiene la gente del puerto.
El famoso cañoncito que se escucha en cada pleito, que “el ancla” juega en El Morro, y que incluso fue mostrado en el programa Hinchas, pasión sin límites de CDF, sumado a la atmósfera que genera cada partido en el puerto, es una sensación difícil de describir, pero que el hincha navalino aflora todos los fin de semana.
Los recursos no sobran en el plantel, es una de las planillas más bajas del torneo, pero el amor por esa ancla en el pecho y por el azul y blanco que luce en su camiseta para muchos es razón suficiente para salir adelante.
Talcahuano fue devastado, el maremoto se llevó el estadio, que mínimo tendrá que estar en reparaciones tres meses, los implementos deportivos se los llevo el mar y lo poco que quedó esta inutilizable.
Francisco Castillo, jugador de Naval, relata que la postal del estadio es desesperante “No estamos muy bien, pero hay que sacar a Naval de esto” señala el ex D. Concepción.
Por el momento los choreros entrenan en Hualpén, cerca de Talcahuano, a la espera de lo que pasará, sus partidos han sido suspendidos, ya que, no tienen estadio, situación que sería arreglada por los planteles de Lota y Huachipato, quienes facilitarían sus reductos a los navalinos.
Naval no puede morir, el equipo de la armada, aquel que sólo era conformado por chilenos y que este año se inyectó de garra argentina, no puede dejarse abatir por un terremoto.
Quizás el tsunami se llevó el estadio, quizás se llevó los implementos, los sueños de otros tantos, pero dejó a todo un ejercito de guerreros, jugadores, directivos, hinchas, simpatizantes, ciudadanos, todos deben reconstruir Naval.
No dejemos que esta linda institución se nos vaya, no perdamos el mítico reducto deportivo como lo es El Morro, no perdamos a Naval. ¡Ya Naval!