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El año pasado Chile fue admitido en el selecto grupo de las economías más desarrolladas del planeta, la OCDE. En pocas palabras nuestro pequeño, mejor dicho adolescente país, fue recibido en la fiesta de los grandes del mundo.  Y es que hoy en día Chile presenta esa dualidad de caracteres típicos del adolescente, por un lado se admira de tener la madurez suficiente para salir a fiestas con los grandes, ha crecido mucho, es responsable, educado, juega poco con sus vecinos chicos y además tiene plata. Pero también funciona a la inversa (cuando le conviene), cuando tiene que asumir obligaciones más grandes que ir a fiestas, responder por sus errores, hacer bien las tareas de la casa o tomar decisiones más trascendentales. Es en estos casos cuando Chile muestra su inmadurez, típica de un país subdesarrollado y responde con la excusa de que no está lo suficientemente grande para dar el salto.

La semana recién pasada fue dado a conocer el informe de la OCDE que incluía datos muy interesantes sobre Chile, sin embargo los resultados apenas ocuparon un espacio en los medios locales. A diferencia de otras publicaciones económicas que destacan los grandes avances de Chile y que reciben una gran cobertura chovinista tanto de los medios locales como del gobierno de turno, el informe “Panorama Social 2011” pasó prácticamente desapercibido. Y es que tan sólo en un par de líneas resume el actual panorama de la economía en Chile, que a pesar de sus éxitos económicos, es el país de la OCDE con mayor desigualdad de ingresos (coeficiente de Gini de 0.50), incluso mayor que el promedio de la OCDE que es de 0.31 y comparable incluso con algunos de los países más pobres de África. Además reporta que el 38% de los chilenos le es difícil o muy difícil vivir de sus ingresos actuales. Los datos, tampoco, no son una novedad, ya que Chile viene arrastrando este problema desde hace décadas y aunque nuestra economía se posicione dentro de las más exitosas del planeta, siendo admirada por unos y envidiada por otros, la desigualdad en Chile no ha mejorado y peor aún parece que la brecha entre los más ricos y los más pobres aumenta cada día más.

La desigualdad de ingresos se ha transformado en el talón de Aquiles para un Chile que aspira ser desarrollado en el futuro, mientras una minoría disfruta de un nivel de vida similar a los países europeos occidentales, una gran mayoría vive en la realidad que esos mismos países europeos tenían hace 50 años atrás. Los resultados que nos entrega “Panorama Social 2011”, nos permite además deducir que esta desigualdad de ingresos no hace referencia solamente a una repartición dispar a nivel monetario, sino que también se traduce en un desigual acceso a la salud, al trabajo, a la educación o incluso involucra aspectos más generales como por ejemplo, el desigual desarrollo entre Santiago versus las regiones.

Chile puede seguir estando al tope de los rankings de crecimiento económico durante muchos años más, pero mientras no asuma el deber de mejorar la repartición de las riquezas, difícilmente podrá alcanzar el desarrollo y seguirá siendo el “cabro chico” en la fiesta de los grandes.