Reflexiones de un profesional de la salud en tiempos de coronavirus

17 Junio 2020

Este virus es un ejemplo de cómo exponer la fragilidad de lo físico, lo emocional y lo económico, muestra fácilmente como un constructo social aparentemente firme puede quedar en evidencia como algo inestable. 

Héctor Miranda >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Invitado

La expansión del coronavirus sigue tomando fuerza. Al trabajar en un hospital público de la Región Metropolitana, surgen ganas compartir algunas de las lecciones de esta situación, que día a día afecta tanto al estilo de vida como la salud física y emocional de todos, no solo de aquellos contagiados.

El virus propiamente tal es de alto riesgo, no solo para los adultos mayores, también lo es para personas jóvenes. Se debe proteger a la población de edad, pero bajo ningún motivo asumir que por ser joven se estará a salvo. Si bien el virus SARS COV 2 obtiene su nombre por el "Síndrome Respiratorio Agudo Grave" presente en un grupo considerable de casos. Esta no es la única manifestación clínica, gran parte de la gravedad del cuadro está dada por una respuesta inflamatoria y vascular, dependiendo de la respuesta de cada organismo, el cuerpo puede generar una llamada “tormenta de citoquinas”, una respuesta inmunológica y sistemática descoordinada, que es en muchos casos lo que agrava la situación, sumado a problemas vasculares y formación de microtrombos.

El riesgo de tener una mala evolución desde el momento del contagio varía, por un lado depende de la severidad de la infección y por otro de la “reserva funcional” de la persona infectada. Esto incluye la edad, la condición física, la respuesta inmunológica y la presencia de comorbilidades al momento de la infección. Al analizar la población chilena desde ese punto de vista, queda claro no es la más óptima, en especial al considerar que somos líderes a nivel latinoamericano de los 3 factores de riesgo más frecuentemente asociados a problemas de salud: la diabetes, la hipertensión y la obesidad.

Este virus es un ejemplo de cómo exponer la fragilidad de lo físico, lo emocional y lo económico, muestra fácilmente como un constructo social aparentemente firme puede quedar en evidencia como algo inestable. Por esto el cambio debe partir desde la casa, puede haber una sensación de seguridad, de que el riesgo es poco, que la crisis está en otro lugar. Sin embargo, no hay muchas excusas válidas para no usar mascarillas, no respetar la distancia social o no realizar un buen lavado de manos. Estos son pilares tan importantes y simples que deben cumplirse de manera prolija y constante. Una cadena es tan frágil como su eslabón más débil y es precisamente ese el que definirá que tan controlado será el avance del virus y en verdad eso es más importante que cualquier capricho.

Además, una lección importante que deja este virus es la relevancia de intentar prevenir o al menos controlar durante toda la vida estos factores de riesgo, cuidar la alimentación generará una mejora total en nuestro organismo y realizar ejercicio aeróbico tendrá un impacto muy importante tanto en cómo funciona el sistema vascular y en la resistencia a la insulina por la denominada translocación del GLUT 4 que permite un mejor procesamiento de ésta a nivel celular y que ocurre gracias al ejercicio. Hay que considerar que a la hora de la verdad, somos un simple reflejo de nuestro estilo de vida.

Se debe reiterar el llamado de las autoridades a prevenir, cada dia que pasa se acerca aún más el final de esta crisis, y si todos ponen su grano de arena la situación se estabilizará antes. Cualquier persona que trabaja en un hospital toma como un dogma la correcta higiene de manos y el uso de mascarillas en los momentos precisos, estas son dos de las principales herramientas que detienen la expansión de cualquier enfermedad transmisible por contacto o por gotas. Quizás ahora no hay tiempo para tener un cuerpo preparado pero es importante intentar tenerlo, porque ya sabemos cómo podría impactar en alguna crisis futura.