La Barbie explotada: El costo de ser mujer en Chile

La Barbie explotada: El costo de ser mujer en Chile

27 Mayo 2013

Con la consigna de la igualdad, alguien nos hizo creer que “podemos” ser eso y mucho más. Yo digo que no. Digo que somos explotadas, abusadas y burladas.

Veronica Grunewald >
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Hace unos días, en el marco del encuentro RES Pública, el pre candidato presidencial Andrés Velasco señaló como una de sus propuestas, el aumento de empleo para la mujer y el aumento de las salas cunas, para que más mujeres pudieran acceder al mundo del trabajo. Paralelamente, en el Grupo de Trabajo Educación y Salud, se mencionó también la necesidad de aumentar la oferta de instituciones que cubran la educación pre escolar, en el entendido de la importancia que tiene la educación y estimulación temprana en esta etapa del desarrollo infantil.

Sin embargo, se reconoce que lo más importante es lograr capacidades socio afectivas que fortalezcan los siguientes estadios de aprendizaje. Estas capacidades socio afectivas, como el apego y la confianza básica se logran bajo el cuidado materno. Pero para el Estado y la sociedad en que vivimos es mejor una mujer en el mercado laboral, es mejor una mujer que trabaje y produzca para “hacer un país más grande” o bien para “mejorar la calidad de vida de la familia”.

Con desafíos como éste, de buscar la integración en el mercado del trabajo, producir y consumir a los que se suma el otro gran desafío como es el de tener más hijos, ya que de haber continuado la tasa de natalidad registrada en los 90, el resultado del último Censo habría sido de “un millón más de chilenos”, según señaló el Presidente Sebastián Piñera.

Pero ¿por qué las chilenas querríamos tener más hijos? El sistema privado de salud mantiene programas cuyo valor se eleva considerablemente si la cotizante está en edad fértil y una manera de evitar ese alto costo es cotizando en un programa “SIN EMBARAZO”. Es decir, el costo de tener un hijo, de cualquier modo, lo asume la madre que trabaja. Por otra parte, en el caso que de todas maneras quisiéramos aportar con nuestro “granito” a la productividad del país, ya sea trabajando o trabajando y proveyendo de masa trabajadora al sistema económico, nos enfrentamos a la desnaturalizada vía de entregar nuestro más preciado tesoro, que es un hijo, en manos del sistema que, asegura, cuidar de mejor manera que nosotras mismas a nuestros hijos. Aquí debo destacar elimportante y trascendental trabajo que realizan las educadoras de párvulos con los menores de 0 a 6 años y pregunto, si su trabajo es fundamental en este sistema ¿por qué esta profesión es una de las peores pagadas de Chile?

Así, minúsculos hombres y mujeres del mañana salen indefensos de madrugada para sistematizarse, para llegar a ser lo que la sociedad espera de ellos y desde allí, no hay vuelta atrás. La mujer, supuestamente reemplazada en su rol más fundamental, con el apoyo de las salas cuna y los jardines infantiles, puede dedicarse “con tranquilidad” a trabajar. ¿Para qué? Para el engrandecimiento del país, para contribuir a su hogar, para agregar a sus desgastados roles, el de consumidora. Como una Barbie, pero explotada.

Finalmente, si trabajamos desde los 25 años y cotizamos adicional, tendremos la posibilidad de lograr una pensión de vejez, que para colmo, es calculada, para la mujer, con una esperanza de vida de 93 años (los cálculos más optimistas indican poco menos de 84 años -MINSAL-). Pero para las AFP y a fin de diluir nuestras cotizaciones, muchas veces mal manejadas, con resultados negativos, el negocio está en hacernos creer que nuestros fondos nos deben alcanzar más años, por lo tanto, menos pensión. Es el costo de ser mujer en Chile.

Si somos tan extraordinarias que podemos tener hijos, desapegarnos para entregarlos tempranamente al sistema, trabajar exitosamente, tener una familia feliz, enfermarnos poco y estar agradecidas con pensiones vergonzosas ¿Por qué seguimos teniendo sueldos más bajos? ¿Por qué los partidos políticos no permiten mayor participación femenina? Con la consigna de la igualdad, alguien nos hizo creer que “podemos” ser eso y mucho más. Yo digo que no. Digo que somos explotadas, abusadas y burladas.

La emancipación femenina no quiere decir que hay que ganarle a los hombres, sólo debemos darnos cuenta de quienes somos en esencia y disfrutar de eso, volver a la relación con la naturaleza, donde todo se concede con generosidad sin pedirnos nada a cambio.