Excursionista rescatada en San Fabián sobrevivió comiendo pasto

09 Diciembre 2017

Joven permaneció perdida 8 días en la precordillera, y actualmente se encuentra fuera de peligro en el Hospital de Chillán.

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Makiko Iwafuchi, una turista japonesa que visitaba Nepal, desapareció en 2011 y fue encontrada dos semanas después viva y en perfecto estado de salud. La mujer dijo que sobrevivió comiendo hierba y refugiándose en cuevas. Dicha historia, fue la que inspiró a joven ñublensina para sobrevivir en la precordillera.

La excursionista Elizabeth Luna Romero (23), se perdió durante ocho días en San Fabián, y basó su sobrevivencia en alimentarse de pasto.

"Mi mamá habló con mi hermana y no tomó agua y lo único que hizo fue comer pasto, porque ella una vez me dijo que si me llegaba a pasar algo, porque yo quería salir, comiera pasto, porque ella sabía la historia de una niña que sobrevivió no sé cuántos días en la montaña comiendo pasto", relató su hermano Jonathan al diario Crónica de Chillán. “cuando la encontramos ella tenía pasto en la mano y en la casaca y me acordé de inmediato de eso, por eso yo pensaba que podía estar bien", agregó.

La joven ingresó a la Unidad de Cuidados Intermedio del Hospital Herminda Martín de Chillán el día miércoles a las 20.40 horas. Según fuentes del hospital, la joven de 23 años tendría dos fracturas, una en la rodilla izquierda y otra en la zona occipital del cráneo. Desde el hospital, indicaron que se encuentra estable.

“Comienza la realimentación  porque estaba muy deshidratada y con hambre. Sus riñones no estaban funcionando bien, pero ya se está recuperando. Ella tuvo un tec cerrado grave con contusiones cerebrales hemorrágicas y una fractura de cráneo, aunque no requiere una neurocirugía, ya que no implicó la pérdida de sustancia gris”, explicó el director del hospital Rodrigo Avendaño, al tiempo que agregó que “no habría aguantado 24 o 48 horas más con vida”.

 Su hermano agregó al mismo periódico que él fue el primero en encontrar a su hermana, puesto que estuvo todos los días en el campamento buscándola. “Fue una alegría tan grande cuando la encontramos. No me dejaron hablarle mucho porque se podía emocionar mucho y le podía pasar algo. La ayudé a cargar, pero sin que me viera y después, cuando la subieron al helicóptero, le grité y le hablé y ella se puso a llorar... no me aguanté, porque tenía que hablarle", afirmó Jonathan Romero.