Qué hacer cuando perdemos a un ser querido

25 Junio 2020

Surgen preguntas hacia el futuro: ¿qué hacer ahora? ¿qué pasa con lo que estamos sintiendo? ¿cómo seguimos viviendo? hay tantas respuestas como a personas le preguntemos, entonces ¿qué hacer?. Siempre es importante considerar apoyo profesional para llevar a cabo este duro proceso.

María Eugenia Pérez >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Invitado

Cuando perdemos a alguien que queremos, la vida se nos mueve y nunca volverá a ser la misma, sin ser taxativos, sino simplemente porque nunca más volveremos a escuchar, a abrazar, a pelear, a sentir su olor, es decir, nunca más en este mundo físico estaremos en contacto con su presencia.

Suena fuerte y es así de real, racionalmente podemos “entender” que esto ha sido lo mejor, porque ese ser querido estaba sufriendo y esa no era vida, desde los pensamientos puede ser todo adecuado y correcto. Desde las distintas creencias podemos encomendarlo a Dios, a Jehová al Gran Arquitecto y todo esto puede apoyarnos a vivir este proceso de duelo, de dejar ir a ese ser querido de mejor manera.

Sin embargo, en la intimidad nuestro dolor añora a ese ser que ya no está con nosotros, donde las razones no encuentran cabida, porque la desolación de haber perdido y sentir que nunca más habrá cafecitos, escapadas, risas y peleas entre otras cosas, duele a niveles tan profundos, que incluso el aire falta. Queremos gritar que es injusto, porque el mundo sigue girando y nosotros quisiéramos que este parara, que se detuviera porque estamos tristes, dolidos, con pena y es ahí cuando entendemos que la vida sigue, solo que nunca volverá a ser igual.

Surgen preguntas hacia el futuro: ¿qué hacer ahora? ¿qué pasa con lo que estamos sintiendo? ¿cómo seguimos viviendo?, hay tantas respuestas como a personas le preguntemos, entonces ¿qué hacer?. Algo que ayuda es darnos el permiso de vivir el dolor, la pena, la rabia, la desolación y entre medio la risa, sin juicio, sin clasificar si es bueno o malo, solo rendirnos a sentir lo presente, a sentir lo que ni siquiera sabemos si tiene sentido, solo vivir la experiencia, el sentimiento del momento, sin juicio y dejar ir en el proceso lo “normal” o “correcto”, solo vivir la emoción, bajar los brazos y dejar que esta nos arrase por completo, porque cuando intentamos resistirla, generalmente el golpe suele ser peor.

No hay recetas, nadie sabe mejor que nosotros lo que necesitamos, aunque no queramos muchas veces aceptarlo. Este es un momento para dejar entrar a aquellos que no juzgan: familia, amigos, compañeros, etc. Y también es un momento de soledad, cuando muchas veces vemos que esto se pone cada vez peor. 

El buscar ayuda profesional, no es un signo de debilidad, por el contrario, decir no puedo, no quiero más, es un signo de valentía, puesto que reconocemos que necesitamos de otros, como otros necesitan de nosotros, no hemos venido a la vida a vivir solos, sino que somos parte de un algo más grande.