Hay que Humanizar la Tierra: La Esclavitud de las Temporeras

Hay que Humanizar la Tierra: La Esclavitud de las Temporeras

14 Febrero 2012
Las condiciones en las que se realiza el trabajo agrícola de temporada, se define precisamente como: sobre-precarización. Esto se debe a la flexibilidad de pagos, con un abuso de los contratos ofrecidos, si es que se puede hablar de de un acuerdo en común, ya que muchos trabajan sin contrato.
Equipo El Conce... >
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Tenemos la idea de que vivimos en un mundo civilizado, lleno de tecnología y modernidad, y esto, supuestamente, impera en cada hogar. Sin embargo, al parecer la realidad o la dura realidad, es otra.

Cientos y miles de jóvenes, mujeres y hombres, trabajan en deplorables condiciones; poseen sueldos baladís y tienen toda una vida en contra con la cual luchar. Este es el caso de los temporeros, en concreto, me dedicaré más al rol de la mujer en esta labor.

Para poder disfrutar de las tan apreciadas frutas que endulzan nuestros días veraniegos, mirando el mar y regocijándonos con el viento que golpea nuestros rostros, alguien tuvo que trabajarla, extraerla de su lugar de origen. Si bien, parece -en el papel- un trabajo bastante simple y que no necesita mayor tiempo, pero se equivocan. Debe ser de las labores más complicadas y exigente de todas.

¿En qué consiste ser Temporero? Pues bien, en sí, la palabra se reduce a aquel que realiza un trabajo por temporada. En América Latina, se vive con diferentes orientaciones, pero sin embargo, el esfuerzo y el sudor gastado es el mismo. Argentina con el limón y el tabaco, Brasil con mango y uva de mesa, y nuestro país con la fruticultura. Las actividades que realizan, consisten principalmente en cosechar, desinfectar, limpiar, seleccionar y empacar la fruta, amarrando parras o cortando flores.

Las condiciones en las que se realiza el trabajo agrícola de temporada, se define precisamente como: sobre-precarización. Esto se debe primordialmente a la flexibilidad de pagos, con un abuso desmedido de los contratos ofrecidos, si es que se puede hablar de de un acuerdo en común, ya que muchos trabajan sin contrato. Hablando de dinero, se les llega a pagar cerca de $4.800 a $5.000 pesos chilenos, equivalente en aproximación $180.000 a final de mes. Además, se da un “bono” que va desde $20 a $50 por “capachos” (1 tiesto). Esto es, si trabaja de forma exhaustiva, puede llegar a hacer 100 capachos al día: $2.000 a $3.000 más, diarios.

Muchos de los lugares donde se realiza el trabajo, no cumplen con la exigencia mínima de salubridad, esto considera tener baños cada 125 metros, por lo cual, muchas mujeres han tenido infecciones urinarias. Además, la normativa sobre Salas Cunas, cuando hay más de 20 mujeres trabajando, tampoco se cumple.

Las cifras señalan que entre 400 mil a 500 mil chilenos trabajan en cosechas de frutas, como temporeros. De ahí, un 50% son mujeres, y un 70% de ellas trabaja sin contrato. En edad, oscilan desde los 15 hasta los 75 años, y se presenta el promedio máximo entre los 25 y 35 años.

Dentro de todo este marco legal incumplido e insignificante en su composición, se encuentro otro valor, quizás más importante e influyente en la mujer trabajadora: la familia. Tienen que dejar en sus hogares a sus niños, con el miedo e inseguridad que toda madre posee cuando no los tienen dentro de su vista o no se dan las voluntades políticas al respecto, para ofrecer condiciones, ya sea en Jardines infantiles o salas cunas con personal altamente capacitado.

Es más, también se pone en peligro la misma integridad de la trabajadora, esto es, a su exposición a todo el calor y rayos UV del sol. Por lo mismo, se les debe entregar las herramientas necesarias para cumplir su tarea y también para su protección, es decir, gafas, protector solar, jockey y agua para una normal hidratación.

Como ya lo he mencionado reiteradamente, esta es una labor sumamente sacrificada, donde la mujer llega cansada a su casa, quizás insolada o con dolores de espalda, y tiene que cumplir, igualmente, las labores del hogar; preocuparse de sus hijos, de la comida para el otro día, pagar las cuentas, etc… Creo que no se les ha dado la importancia que de verdad deberían tener, ya que ellas son las trabajadoras del sueldo de Chile. Las importaciones a los países que lideran la economía, se basan en su labor, y que nuestro país crezca gracias a eso, también dependen de ellas. De esta manera, queda en claro que son absolutamente vitales en diversos aspectos, por lo tanto, debemos cuidarlas como “hueso santo”.

Las condiciones de trabajo tienen que ser las apropiadas al marco de la ley, es decir, el 100% tiene que estar avalado bajo un contrato justo, remuneraciones considerables al precio del producto, ya que en ningún caso se da un aumento de sueldo, razonando por la sobreventa y el alza de éstos.

Si bien, a lo largo de la historia de nuestro país, se ha mejorado las condiciones, aún no son suficientes. Si analizamos esto mismo, pero a nivel mundial, notaremos que estamos muy por debajo de la línea de lo “normal”, como en muchos otros temas más. Pues bien, ahora queda sólo agradecer la inmensa labor ejercida por las temporeras, mujeres de esfuerzo y sacrificio, que dan su vida para poder llegar con algunos pesos más a sus casas. Se han puesto a la altura del hombre, en temas físicos, desarrollando el trabajo igual o mejor que ellos. La garra, el corazón y la entrega, son características propias de ellas, estamos hablando que poseen ya una “identidad propia”, y por lo tanto, tenemos que hacer la suma de todos los factores posibles, para que ellas puedan ejercerlo libremente.

Necesitamos más mujeres en el mundo laboral, las cifras son muy bajas en relación al hombre y a nivel internacional. El 47% de las mujeres chilenas tienen empleo, el promedio de los países de la OCDE es de un 62%. Pero, quien tiene que hacerse el actor principal y proyector de todo: es el Estado, junto con la colaboración del mundo empresarial. Por lo mismo, se exige: contratos regularizados, previsión, sueldos justos, capacitación, entrega de becas, baños y salas cunas cerca, entrega de implementos necesarios y mucho respeto y consideración a quienes son la base del sueldo de nuestro país.

Vivimos en un mundo machista, ellas están rompiendo desde ya hace un buen tiempo, el mito que la mujer no puede trabajar en temas como ese. Sin embargo, siguen expuestas al abuso del empresario, los plaguicidas y otros peligros que se dan por el rubro. Se incluye a todo esto, promover la campaña del cambio y ruptura del “día trabajado, día pagado” por “Trato hecho, contrato firmado”.

Ojalá un poco de ese dinero que tanto ganan con las exportaciones, cayeran a los trabajadores: Hay que humanizar la Tierra.

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