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Modafilino, Fluoxetina, Clonazepam, bebidas energéticas y otras drogas en la era del control Remoto

11 Mayo 2010
Nuestra cultura clásica u oficial en salud nos enseña que todo síntoma de algo debe tratarse o controlarse con medicamentos. Por Christian Diaz
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Vivimos en una sociedad enferma que va camino al despeñadero. Cuyos sistemas de salud no hacen otra cosa que mantenerla enferma y de ese modo dependiente o adicta a algo. Todo es válido para los economistas miestras se generen ganancias, la palabra “ética” no figura en el diccionario de la economía de turno.
Nuestra cultura clásica u oficial en salud nos enseña que todo síntoma de algo debe tratarse o controlarse con medicamentos. Cuando guaguas, los cólicos con gotitas. Como niños, la hiperactividad con Dietilpropión (Ritalin). De adultos, los dolores con analgésicos, o la depresión con fluoxetina y cuando viejos el insomnio con sedantes como el alprazolam u otro. Pero cada día surgen comportamientos, síntomas y signos que se suman a este ida y vuelta pastillas y tratamientos sin fín. Se trata el efecto y no la causa.
En el último tiempo otros fármacos se han ido sumando a esta ya extensa lista del zapping de la vida. En donde el lema es “lo quiero, lo tengo”. Aunque sea en 36 cuotas o se termine con una úlcera.
Bajo esta lógica hoy y cada vez se suman más fármacos. Uno de los últimos ha sido el Modafilino, conocido como “Mentix”, “Resotyl”, “Alertex”, “Movigil”, etc. Ya casi todo laboratorio tiene su versión, pues se vende a montones para “no dormir”, “estudiar toda la noche”, o “carretear de sol a sol”. No requiere de receta controlada y es pastilla obligada de período de exámenes en universidades, institutos y demases, mientras aún no se conoce científicamente con certeza su forma de actuar a nivel neuronal y menos sus efectos colaterales nocivos al largo plazo. Cosa que ocurre con varios fármacos más que ya se usan cotidianamente.
Estas son las lógicas que operan en nuestro sistema de salud “oficial” y se ve difícil que cambien por de pronto, mientras resulte muy rentable para la mayoría de sus actores, menos para los receptores. Los intentos seríos por modificar la lógica o “paradigma” de que cada molestia se pasa e incluso sana con una pastilla, son débiles o han fracasado. Hoy los médicos tenemos a personas de 40 o 50 años tomando 6, 8 ó 12 pastillas distintas por día. Muchas veces con medicamentos que no han sido estudiados al largo plazo y a un ritmo que sin duda a los 60 o 70 años, estas mismas personas fácilmente superarán los 15 fármacos distintos por día.
Nuestras lógicas de salud convencional están tocando fondo, y es tiempo de amalgamar nuevas lógicas en que todos, médicos y pacientes, participemos de su construcción y no le dejemos la pista libre a los talibanes del dinero.
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