Hace casi un año la vimos en la calle tras el terremoto. Emplazó al entonces Gobierno de Michelle Bachellet a que sacara al Ejército a la calle. Jacqueline Van Rysselberghe es una mujer de temer, no se calla, ni hay quien la calle. Al asumir Piñera la Presidencia de Chile, la figura de esta penquista podría ser ruidosa en medio del proceso de reconstrucción, por lo que fue reclutada al Gobierno asumiendo como intendenta y así quedar como una subordinada del Presidente.
Si bien, la acción del Gobierno dio frutos de tener una región mediáticamente en calma y sin alcaldes de la alianza díscolos que empañen el proceso; los dolores de cabeza comenzaron desde dentro, siendo la intendenta la principal piedra en el zapato.
Dolores que se agudizan con la suma de enemigos del Gobierno Regional, que no se limita a la oposición, pues hay un sector grande de la Alianza, incluidos parlamentarios, quienes han manifestado abiertamente su rechazo a la gestión de Van Rysselberghe. A ello, se suma las denuncias realizadas por el senador Alejandro Navarro, donde con video en mano, la muestra en una serie de situaciones irregulares, donde la mentira hacia el propio Gobierno, es la protagonista del conflicto.
Las imágenes son claras. Las explicaciones difusas. Justificaciones que no dejaron tranquilo a casi ningún sector del país, salvo a la directiva de la UDI y al Gobierno, quien le dio un espaldarazo y apoyo en su gestión, ratificándola en el cargo.
Respaldo extraño, que en cualquier otra situación hubiera significado la solicitud de renuncia de la autoridad y que más aun, restará apoyo a la gestión de Sebastián Piñera, quien prometió transparencia y excelencia durante su mandato. Ello no se está cumpliendo en este caso.
Las preguntas comienzan a caer solas:
¿Por qué Sebastián Piñera está dispuesto a sacrificar parte de su capital político a favor de Jacqueline Van Rysselberghe?
¿Cuál es la amenaza que significa Jacqueline Van Rysselberghe para el Gobierno?
¿No sería más sencillo sacarla del cargo. Así no se agrede la imagen de la ministra de Vivienda Magdalena Matte (esposa de Hernán Larraín, senador UDI) y se calman los ánimos de la Alianza en nuestra región?
¿Dónde estuvo la negociación que pesó para que Piñera hiciera vista gorda a los videos y acusaciones del Navarro y confiara en la gestión de Van Rysselberghe?
En sí, una suma de preguntas que siguen y continuarán en los próximos días. Preguntas para una jugada del Gobierno que traerá costos políticos grandes, pues si Jacqueline Van Rysselberghe renuncia en estos días, diciendo que da un paso al costado en apoyo de la gestión presidencial y todo un discurso que pueda transformarla en heroína, pesará fuerte en La Moneda. Pues esa acción será solo a favor de ella y la factura se le pasará al ejecutivo que no tuvo cojones para tomar la decisión ellos.
Por otro lado, cuando vengan los cambios de intendentes a nivel nacional (lo que debiera ya haber ocurrido) y Jacqueline Van Rysselberghe permanezca o se vaya del cargo, también este episodio saldrá nuevamente al sartén y comenzará a freírse el espaldarazo que hoy le dio el Gobierno. Si se queda, será un Presidente que insiste en el error; si se va será un Presidente que tarda en tomar decisiones obvias.
En suma, Jacqueline Van Rysselberghe tiene al Gobierno agarrado de la fibra que más duele. Hoy los palillos de este tejido están en manos de la intendenta, mientras que desde La Moneda solo se mueve el ovillo.